domingo, 19 de julio de 2009

PARÍS














El ocaso lucía su sonrisa carmesí.
París se ahogaba en tiniebla purpurina.
Con gesto de tristeza, el día cansado
abatió su frente contra el húmedo suelo.

Y abrió lentamente la noche
su ala gris sobre el mundo.
Alguien fundió un puñado de piedras
y las arrojó en el líquido cristal

En sus sedas desteñidas
el río mecía un buque blanco,
y había fiesta en el seno de las aguas:
danzaban las luces en las olas.

Unas filas de álamos enormes,
gigantescos, se juntaban en el río,
y se encendían los diamantes
en el almenado encaje de las ramas...

Amar sin lágrimas , sin quejas.
Amar sin fe en el regreso...
Que cada instante sea
el último de la vida. Que lo pasado
no nos atraiga irresistible.

Que la vida se deslice en anillos de humo,
que pase, se disperse...,
y que la tristeza de la tarde alegre
nos envuelva en su abrazo.

Mirar cómo se funden sin señal
los vestigios del ensueño, nunca
separarse de la dicha triste,
y acercándose al final del camino,
suspirar y marcharse alegremente.

2 comentarios:

  1. Es uno de mis poemas preferidos porque la descripción del lugar retrata perfectamente el río, muy cerca ya de la île de la cité,donde yo me encontraba leyéndolo por primera vez y también apunta a los sentimientos...El poema llegó a mis manos por casualidad el curso que pasé allí... hace ya algún tiempo. Desde entonces lo he recordado siempre y me´ha parecido este blog estupendo para dároslo a conocer. Saludos, Mamen.

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