miércoles, 22 de agosto de 2012

El desocupado



Vale lo que su sueño:
lo que pueda valer lo que no sirve.

Vive en un pueblo de preguntas
con torres encendidas
y campanas que tocan siempre solas.
Un pueblo con un río y una casa
y un aire justo para respirarse.

Sin tener que moverse
ha visto, boca arriba, al techo constelado
y al eclipse fatal de la bombilla
que el sueño trae.

Mirando la expansión de la gotera 
le vio la cara a la pobreza…

Sin salir a la calle,
solamente asomándose a la puerta
ha visto
la luminosa raza de los amaneceres,
el crepúsculo y toda su comitiva de colores.
la noche y sus insignias.

Sólo el desocupado
sabe que la pereza es habitable,
que estar tendido tiene parques, puentes,
luna, caminos cortos entre pinos…

Acaso nadie
se dé más cuenta de la vida.

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