jueves, 27 de septiembre de 2012

Enigma







El primer día que salí contigo
dijiste que era extraño tu trabajo.
Nada más. Sin embargo, yo sentía
que mi piel se rasgaba hecha jirones
cada vez que tus manos me rozaban,
y que tus ojos eran como aceros
que hacían que los míos me dolieran.
En adelante siempre fue lo mismo :
tú te enorgullecías de tu arte,
más sutil y directo cada día,
y yo no comprendía nunca nada.
Ahora lo sé. Conozco ya tu oficio :
lanzador de cuchillos. Has lanzado
contra mi corazón el más certero 

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