lunes, 11 de febrero de 2013

Oración en el jardín



Yo me quiero morir como se muere 
todos los años el jardín, y luego 
renacer de igual modo que renace 
todos los años el jardín. Se han ido 
los pájaros; volaron, pero no tenían alas. 
No me quiero morir como las hojas, 
ni quiero ser el árbol de perenne 
verdor adusto, ni el arbusto dócil 
cortado en seto, sino el árbol libre, 
desnudo atleta que en el suelo ahínca 
las fuertes plantas y en el aire tuerce 
los recios brazos; no el verdor eterno 
sino la fronda renovada, el fruto 
cuando el año lo envíe. Aquí me tienes, 
Señor, desnudo como el árbol. Dame 
tu bautismo de lluvias y tu crisma 
de sol, y dame vestiduras nuevas, 
inmaculadas. El jardín de invierno 
callado está: mi corazón callado. 
Habla tú; luego, vísteme de hojas. 
Algo de tus palabras, al moverse, 
repetirán, como inspiradas lenguas.


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