sábado, 6 de abril de 2013

Canción del río indiferente

              


      Cuando las soledades metálicas de las ruedas hicieron
      Vibrar tu cabeza rasgada por estrellas
      -Rápido, señorial, antiguo,
      Inmutable, prisionero por las islas de arena-,
      Reposaste fluyendo, en la noche, en la muerte.
      Cuando la punta yerta de la flecha se hundió en tierra,
      Y el cuerpo sigiloso del conquistador, vencido, cayó en tierra
      Haciéndose igualmente hueso: tú entrabas en el mar,
      Te detenías huyendo, en la noche, en la muerte.
      Cuando todo sea olvidado (porque todo será olvidado);
      Cuando no recordemos quiénes fuimos bajo ese árbol que ha de ser una mesa,
      Y cuando la mesa se transforme en el fuego,
      Y cuando todo se restituya en ti -¡oh madre tierra!-, en tu terrón amargo:
      Tú fluirás cantando, seguramente cantando
      En la noche, en la muerte.

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