jueves, 19 de diciembre de 2013

Viejo País




VIEJO PAÍS
Qué te puedo decir,
a ti, viejo País,
que te yergues altivo
sobre tu soledad.
Tú que sabes del mar
por lo que cuenta el viento
y que escuchas las piedras
bajo de ti, crepitar.

Y que el cielo repite,
al final de la tarde
todo el gran horizonte
donde te pierdes tú:
Qué te puedo decir,
a ti, mi viejo País.

Tú que labras las manos
de las gentes antiguas
que ene l campo trabajan
la simiente del pan,
que con ojos cansados
lloran por tanta ausencia
como piedras y trenes
les anuncian que hay.

Y al final de sus vidas
se cobijan ingenuos
en el seno tremendo
de tu vientre ancestral.
Qué te puedo decir,
a ti, mi viejo País.

Qué te puedo decir
a ti, viejo País,
si tu barro me sabe
al recuerdo infantil
de juegos escondidos,
olvidados en ti,
en plazas, en callejas,
en paisajes sin fin.

A tu sed de paloma
de barraca de feria
y a ese secano humilde
que te hace infeliz:
Qué te puedo decir,
a ti, mi viejo País.

Tú que entre tus paredes
guardas restos de historias
con figuras de piedra
sin corona y sin lid,
tú, que aúpas el vientre
de ese Ebro tremendo
que te salva a diario
de dejar de existir.

Y que con ironía
desprecias a los vientos
que de tierras lejanas
te quieren sonreír:
Qué te puedo decir,
a ti, mi viejo País.

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