miércoles, 14 de mayo de 2014

Aspiración a la alegría





En mi aposento, asaltado a veces
por el hosco lebrel de la esperanza, palpando
ntre mis manos su vaho turbador,
juzgo ahora
mi propia aspiración a la alegría.

¿Podrá existir (digo en la noche)
una palabra, la única
sobreviviente, donde pueda
almacenar mis sueños, defenderlos
de toda vanidad, irlos
purificando en mi interior
tiranía callada, reagruparlos
en una misma fuente igualatoria?

Pero estoy solo frente
al llamamiento del mundo: amo
su fundación, vigilo
sus mudanzas, trabajo cada día e
n las contestaciones
de mi propia experiencia,
junto mi vida en un papel.          

Y las palabras,
al borde de ser dichas,
próximas ya a mi sueño, pretenden
suplantarme: soy el azar
que se traduce en vano. (Nadie
puede ser el espejo de sí mismo.)

Feliz aquel que nunca
puso nombre a su vida.

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