miércoles, 30 de abril de 2014

Letanía del ciego que ve








Que este celeste pan del firmamento
me alimente hasta el último suspiro.
Que estos campos tan fieros y tan puros
me sean buenos, cada día más buenos.
Que si en tiempo de estío se me encienden las manos
con cardos, con ortigas, que al llegar el invierno
los sienta como escarcha en mi tejado.

Que cuando me parezca que he caído,

porque me han derribado,
sólo esté arrodillándome en mi centro.
Que si alguien me golpea muy fuerte
sólo sienta la brisa del pinar, el murmullo
de la fuente serena.

Que si la vida es un acabar,
cual veleta, chirriando en lo más alto,
allá arriba me calme para siempre,
se disuelva mi hierro en el azul.

Que si alguien, de repente, vino para arrancarme
cuanto sembré y planté llorando por las nubes,
me torne en nube yo, me torne en planta,
que sean aún semillas mis dos ojos
en los ojos sin lágrimas del perro.

Que si hay enfermedad sirva para curarme,
sea sólo el inicio de mi renacimiento.
Que si beso y parece que el labio sabe a muerte,
amor venza a la muerte en ese beso.
Que si rindo mi mente y detengo mis pasos,
que si cierro la boca para decirte todo,
y dejo de rozar tu carne ya sembrada,
que si cierro los ojos y venzo sin luchar
(victoria en la que nada soy ni obtengo),
te tenga a ti, silencio de la cumbre,
o a ese sol abatido que es la nieve,
donde la nada es todo.

Que respirar en paz la música no oída
sea mi último deseo, pues sabed
que, para quien respira
en paz, ya todo el mundo
está dentro de él y en él respira.

Que si insiste la muerte,
que si avanza la edad, y todo y todos
a mi alrededor parecen ir marchándose deprisa,
me venza el mundo al fin en esa luz
que restalla.
Y su fuego me vaya deshaciendo como llama
de vela: con dulzura, despacio, muy despacio,
como giran arriba extasiados los planetas.

martes, 29 de abril de 2014

Tres sonetos






Tres sonetos
  

                                                                              A Andreíta


I

el pájaro se desampara en su
vuelo/ quiere olvidar las alas/
subir de la nada al vacío donde
será materia y se acuesta

como luz en el sol/ es
lo que no es todavía/ igual al sueño
del que viene y no sale/ traza
la curva del amor con muerte/ va

de la conciencia al mundo/ se encadena
a los trabajos de su vez/ retira
el dolor del dolo/ dibuja
su claro delirio
con los ojos abiertos/ canta
incompletamente


II

mano que ya lavara la cuchara
como quien limpia su mirada/ suena
con extañez crecana la caída
en la verdad del pájaro más lento/

así termina el centro de la entraña
que apretaba el fuego amoroso/ y
más o menos cerca del sol ardía
la tristeza/ bajo la música

los huesos disfrazaron la memoria
de fingida electricidad/ es la noche
y la ternura de su apagamiento

tropieza en cada ser/ subirá el frío
como si
tardara en gente mi animal/


III

lo que no cesa de no ser
despoja lo contrario al sueño
con mano dura/ se ven rostros
girando en la órbita vacía del

callado amor/ hilos de espanto atan
la noche escrita por el que
cazaba su inocencia con un palo
y torpe piel/ furor de lo creído

irreal/ el instante
del no/
fracasos y la fuga

hacia afuera del día/
un día cualquiera que se va
sin nombrar nada/

lunes, 28 de abril de 2014

A las tres copas digo esto








A las tres copas digo esto

Los niños que juegan y la gente
del bar son mis amigos. Pasa una mujer
deprisa con su hijo, entra un hombre azul oscuro
con un claro designio: jugaremos a las cartas
o al dominó, somos tres.
     He decidido escribir
poesías concretas. Envejezco, se necesitan
realidades, no humo.
                   Y sin embargo un humo
me nubla la vista, se interpone, suavemente,
entre la Cosa y yo, y todas las aristas
pule: el mundo ya casi no hace mal.

A las tres copas digo esto: fíate,
barca de san Pedro, bajo
cansadamente por las aguas
de otro tiempo. Me llegan hasta las rodillas.




A les tres copes dic això
 
Els nens que juguen i la gent 
del bar em són amics. Passa una dona 
de pressa amb el seu fill, entra un home blau fosc 
amb clar designi: jugarem a cartes 
o al dòmino, som tres. 
                                        He decidit escriure 
poesies concretes. Envelleixo, calen 
realitats, no fum. 
                             I tanmateix, un fum 
ara m’entela, s’interposa, fluix, 
entre la Cosa i jo, que totes les arestes 
afina: ja el món quasi no fa mal. 


A les tres copes dic això: refia’t, 
la barca de sant Pere, baixo 

cansadament per les aigües 
de l’altre temps. M’arriben als genolls.

domingo, 27 de abril de 2014

La rueda




La rueda

Verdad es que en el mapa figuraba distante, que una rueda
de mi maleta iba gimiendo, y que en las bocacalles
su cansancio exponían con razón mis tacones.
Signos quizás de pérdida -de la esperanza al menos- en la ciudad oscura,
con mi mapa y más calles de rótulos vedados. Y ese joven
que no sabría decirme sino el raído azul de su bufanda
cuando busco un cobijo, de palabras siquiera.
Andar y desandar con la ciudad ajena como albergue
no mío: dádiva y negación a un torpe rodamiento
que, de improviso, si esta es la Torre de la Pólvora,
acalla su insistencia en dar fin al viaje.

 El puente, Pre-Textos, Valencia, 1992

María Victoria Atencia (Málaga, 1931)

sábado, 26 de abril de 2014

Cavalcanti






Si una rosa no alcanza la plenitud, de tu destreza - Guido - no respondería.
La dama siempre de espaldas sonrió a un paisaje añorante.

Puesto que esa mujer más que razonar sueña, ella es en su
quietud más vieja que tu exilio,
y si otro besara su cuerpo amado ¿Tu regreso no sería inútil?
Como cualquier locura, viento o blasfemia que mueva a quien
tanto ambiciona
Puesto que esa mujer no ambiciona sino sueña se ha mantenido
joven en su pobreza.
Y si alguien derramara el vino atento sobre ella, y otro la
besara en su coño, que sería, entonces, si un viajero.....

Carmen Ollé (Lima, 1947), 

Noches de adrenalina
Cuadernos del Hipocampo, Lima, 1981

viernes, 25 de abril de 2014

Paisaje IV





(A Tina)


Los dos hombres fuman en la orilla. La mujer que nada,
sin romper el agua, no ve más que el verde
de su breve horizonte. Entre el cielo y las plantas
se extiende esta agua, que la mujer recorre,
sin cuerpo. En el cielo se posan nubes,
como inmóviles. El humo se detiene a medio aire.

Bajo el hielo del agua está la hierba. La mujer
la recorre suspendida, pero nosotros la aplastamos,
a la hierba verde, con el cuerpo. No hay a lo largo de de las aguas
otro peso. Nosotros solos sentimos la tierra.
Quizá el cuerpo alargado de ella, sumergido,
siente el ávido hielo absorberle el sopor
de los miembros soleados y derretirla viva
en el verde inmóvil. Su cabeza no se mueve.

Ella estaba tendida también, allí la hierba está doblada.
Su rostro entornado posaba sobre el brazo
y miraba la hierba. Ninguno hablaba.
Se estanca aún en el aire aquel primer chapoteo
que la recibió en el agua. Sobre nosotros se estanca el humo.
Ahora, ha llegado a la otra orilla y nos habla, goteante
su cuerpo atezado que surge entre los troncos.
Su voz es el único sonido que se oye sobre el agua
-ronca y fresca, es la misma voz de antes.

     Pensamos, tendidos
sobre la orilla, en ese verde más hondo y más fresco
que sumergió su cuerpo. Después, uno de nosotros
se tira al agua y cruza, descubriendo los hombros
en brazadas espumosas, el verde inmóvil.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Poesie, Mondadori, Verona, 1969
Versión de J. Aulicino


Paesaggio IV

I due uomini fumano a riva. La donna che nuota
senza rompere l'acqua, non vede che il verde
del suo breve orizzonte. Tra il cielo e le piante
se distende quest'acqua e la donna vi scorre
senza corpo. Nel cielo si posano nuvole
come immobili. Il fumo si ferma a mezz'aria.

Sotto il gelo dell'acqua c'è l'erba. La donna
vi trascorre sospesa; ma noi la schiacciamo,
l'erba verde, col corpo. Non c'è lungo le acque
altro peso. Noi soli sentiamo la terra. 
Forse il corpo allungato de lei, che è sommerso,
sente l'avido gelo assorbirle il torpore
delle membra assolate e discioglierla viva
nell'immobile verde. Il suo capo non muove.

Era stesa anche lei, dove l'erba è piegata.
Il suo volto socchiuso posava sul braccio
e guardava nell'arba. Nessuno fiatava.
Stagna ancora nell'aria quel primo sciacquío
che l'ha accolta nell'acqua. Su noi stagna il fiumo.
Ora è giunta alla riva e ci parla, stillante
nel suo corpo annerito que sorge fra i tronchi.
La sua voce è ben l'unico suono che si ode sull'acqua
-rauca e fresca, è la voce di prima.

     Pensiamo, distesi
sulla riva, a quel verde più cupo e più fresco
che ha sommerso il suo corpo. Poi, uno di noi
piomba in acqua e traversa, scoprendo le spalle
in bracciate schiumose, l'immobile verde.


jueves, 24 de abril de 2014

Una madre que duerme





Una madre que duerme
llueve de dulzura dentro de sí,
como una gruta,
y en el fondo de la luz tiene a su niño.
Una madre que duerme
duerme al abrigo ardiente de una fiera
que la mira, mansa.
Es una noche dulce
en las pupilas
de su onda quieta.

Alfonso Gatto (Salerno, 1909– Capalbio, 1976), 

La forza degli occhi, Mondadori, 1954
Versión de Jorge Aulicino


Una madre che dorme

Una madre che dorme
piove in dolcezza dentro di sé
come una grotta
e in fondo al lume ha il suo bambino.
Una madre che dorme
dorme al panneggio ardente d'una fiera
che la guarda mansueta.
È una dolce sera
in mezzo alle pupille
della sua onda quieta.

miércoles, 23 de abril de 2014

Vive dices en el presente





Vive, dices, en el presente;
vive sólo en el presente.

Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.

¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de que otras cosas existan.
Quiero sólo la realidad, las cosas sin presente.

No quiero incluir el tiempo en mi esquema.
No quiero pensar en las cosas como presentes;
quiero pensar en ellas como cosas.
No quiero separarlas de sí mismas, tratándolas como presentes.

Ni como reales debería tratarlas.
No debería tratarlas como nada.

Debería verlas, sólo verlas;
verlas hasta no poder pensar en ellas,
verlas sin tiempo, ni espacio,
ver pudiendo dispensar todo menos lo que se ve.
Es ésta la ciencia de ver, que no es ninguna.

martes, 22 de abril de 2014

Mutis






Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: "hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve"
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.

lunes, 21 de abril de 2014

Poesía


 
No sé si soy así, ni si me llamo
así como me llaman diariamente;
sé que de amor me lleno dulcemente
y en voz a borbotones me derramo.

Lluvia sin ocasión, huerto sin amo
donde el fruto se cae sobradamente
y donde miel y tierra, juntamente,
suben a mi garganta, tramo a tramo.

Suben y ya no sé donde coincide
mi angustia con mi júbilo, ordenando
esta razón sonora y sucesiva.

Y estoy condecorado, aunque lo olvide,
por un antiguo nombre en que cantando
voy a mi soledad definitiva.

domingo, 20 de abril de 2014

El árbol azul





El árbol azul

Un árbol azul ordena el universo.
Sus hojas destilan sobre la tierra lluvia o miel
y nace a su alrededor un espacio indeleble,
la zona donde duerme el pájaro real.

sábado, 19 de abril de 2014

Aquella misma hora







Estabas tras la mesa del despacho
dictando normas, tu verdad estéril,
cuando la asfixia recorrió tu pecho.

Yo, sin verdad alguna, mas siguiendo
con desprecio las leyes que imponías,
morí de asfixia yendo por la calle.

Sobre tí y sobre mí vuelan ahora
las alas lentas de los mismos cuervos.

viernes, 18 de abril de 2014

Los bárbaros







Los bárbaros

Tu queja es inútil. Lo dijeron antes
de nosotros: fuimos los bárbaros
que ignoramos todo del más alto idioma,
y es más: lo mancillamos.

Pero los dogmáticos fueron
bárbaros también, y en su idioma
encendieron fogatas donde ardieron
padres iconoclastas y más antiguos.

Ahora hombres sin fe en nosotros hablan
y así nos niegan. Hijos que nos obligan
a la pócima engañosa de lo viejo.

Igual la plaza no está asediada
ni vencida. Todos ardemos
en el torbellino del fuego del idioma.


Miguel Gaya (Ayacucho, 1953), inédito

jueves, 17 de abril de 2014

Camino




Camino 

Aquí estás, camino de siempre, 
hacia adelante, rota 
la aspiración rosada, luna 
que empalidece toda cosa. 

Aquí estás y debes andar, 
caminar como el agua absorta 
por el torcido cauce, altos 
los muros rojos, y a deshora. 

Como el agua inmóvil transcurres 
hacia un lejos, playa remota, 
ya confusas historia y pena, 
lejana la pena, la historia... 

miércoles, 16 de abril de 2014

Cuchillos en abril





Cuchillos en abril


Odio a los adolescentes.
Es fácil tenerles piedad.
Hay un clavel que se hiela en sus dientes
y cómo nos miran al llorar.
Pero yo voy mucho más lejos.
En su mirada un jardín distingo.
La luz escupe en los azulejos
el arpa rota del instinto.
Violentamente me acorrala
esta pasión de soledad
que los cuerpos jóvenes tala
y quema luego en un solo haz.
¿Habré de ser, pues, como éstos?
(La vida se detiene aquí)
Llamea un sauce en el silencio.
Valía la pena ser feliz

martes, 15 de abril de 2014

Asturias





Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte...
Asturias verde de montes
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur
polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes...
¡Hambre!
Bajo la piel resecada
ríos sólidos de sangre
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias lejana,
hija de mi misma madre.

Dos veces, dos, has tenido
ocasion para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol
de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado
con su raíz entrañable
que corre por toda España
crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo
su silueta recortarse
contra este cielo impasible
vertical, inquebrantable,
firme sobre roca firme,
herida viva de su carne.

Millones de puños gritan
su cólera por los aires,
millones de corazones
golpean contra sus cárceles.

Prepara tu salto último
lívida muerte cobarde
prepara tu último salto
que Asturias esta aguardándote
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre.


Pedro Garfias.