La tormenta aguardaba
respirando despacio.
De pronto echa a correr y todas las preguntas
caen agotadas
desde la orilla de nuestros labios.
“Entiéndeme, vivir es tan difícil, es un verbo tan frágil, tan inconstante... En cuanto le pones un dedo encima comienza a vibrar, a moverse, a perder su forma.”
Mi suspicacia hace
que se rompa la tarde
y la superficie del cielo,
como el vidrio por un leve golpe,
descubre una grieta infinita.
Continúa entero, créeme,
incluso más hermoso,
pero exhibiendo ahora
impúdicamente su fragilidad,
su condición de material efímero.
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