lunes, 31 de octubre de 2011

¿De qué se murió fulano?



-¿De qué se murió Fulano?
¿Dé cáncer? -No, de opinión.
La opinión de su tirano


Jorge Guillen

domingo, 30 de octubre de 2011

Arañas, escorpiones



Arañas, escorpiones,
Malignos organismos
Sañudos.
Hoy también
Muy pequeños abismos

Jorge Guillen

sábado, 29 de octubre de 2011

NACE EL POETA CON LA MANO HERIDA…



Nace el poeta con la mano herida
porque a ras de la palma le han cortado
el cordón en los dedos enredado
con que a su madre musa estuvo unida.
Pero se mueve en el papel caída
dejando siempre por el mismo lado
en filial obediencia a un dictado
la señal de que va perdiendo vida.
Sólo un brazo en el cuerpo la protege
y se la lleva al alma, cuna y tumba
donde entrará también cuando sucumba
el puño que en los versos entreteje
golpes contra el barrote de la pluma
que a la pena mayor, la cárcel suma.
Cuarenta y tantos sonetos al soneto, 1998.

viernes, 28 de octubre de 2011

CARACOL



En mí parece vibrar
todo el ajeno penar.
¿Seré como el caracol
que recoge bajo el sol
el gran sollozo del mar?
Canción olvidada, 1947.

jueves, 27 de octubre de 2011

El otoño



Oh mustio afán, qué lánguido consuelo;
qué desazón sin brío, oh lenta calma.
Todo lo que caduca bajo el oro
se bate con la sed de la esperanza.


El río amarillea detenido, 
la rueda del molino bate y canta; 
ésta, veloz e inmóvil permanece; 
aquél, en manos del sigilo, pasa.


Barquera es la ansiedad; sobre los remos 
la fatiga combate la tardanza; 
agua arriba es la fe, rauda y caliente; 
abajo, la ilusión abandonada. 
Las aguas, al subir, rasgan su seno; 
al descender, la siguen desmayadas.


El resplandor callado de otoño 
en vírgenes cabellos se desata. 
La barca lleva un cuerpo desvelado 
bajo la sombra en oro de las ramas.


La carne no es medida para el sueño, 
el espíritu extiende la miada; 
herida sin saetas, la doncella 
siente su compasión enamorada, 
y la hermosura llora a la hermosura 
ante la tierra embellecida y clara.


El invisible tránsito del tiempo 
la declinante majestad declara. 
Amarrada la barca al sauce triste, 
contemplarás tu imagen abismada, 
el color de los ojos en olvido, 
ausente de sí misma la palabra.


Agonizan las frondas, sufre el cielo, 
ya cruje la tierra adentro la pisada, 
y al corazón poblado de caminos 
ya le duele la sangre solitaria.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Fue en un funeral



















Fue en un funeral
y yo sentí que el muerto
leía mis pensamientos
mejor que yo mismo

martes, 25 de octubre de 2011

Un poema


Uslé

¿Un poema es un beso y por eso es tan hondo?
Un poema –¿me quieres?– se aposenta –no hables–
en mis labios que abdican del canto si me besas.
¿Un poema se escribe, se malversa, se abraza?
Oh dulce laberinto de luz, oh tenebrosa,
oh altísima y secreta confusión, amor mío.
Ocaso en Poley, 1982.

lunes, 24 de octubre de 2011

POR EL HOMBRE



Voy a cantar al hombre,
al hombre sólo.
Tapaos los oídos con cera los cobardes,
volved la espalda los indiferentes:
no callaré por eso.
No podría callar aunque me echaseis
un puñado de rosas a los ojos.
Imposible es hallar cumbre o crepúsculo
que arrasar no quisiera
por levantar del polvo a un desvalido.
Apagaría todos los luceros
por devolver a un ciego la mirada,
a un triste la esperanza,
o simplemente
por llevar un minuto de alegría
al ser más humillado de la tierra.
Sólo el hombre me importa,
sólo el hombre:
su vacío infinito,
su valentía y su temor trenzados,
su alma interrogante
azotada de siempre por la duda,
atada a una cadena de preguntas
sin posible respuesta;
su postura intermedia
entre la Nada y Dios
y su impotencia
para negar el pecho a la tristeza.
Tan sólo por el hombre,
por nosotros, hermanos, los pensantes,
los desvelados y los oprimidos,
seguiré golpeando y golpeando
en la hermética puerta clausurada;
seguiré suplicando
desde todas las voces ignoradas,
desde todos los nombres conocidos,
por los que han de venir y los que fueron,
por los niños enfermos,
por los soldados muertos,
por los muertos en el comienzo mismo de la vida,
por los triunfantes y los ajusticiados
de todas las prisiones de la tierra,
por el hombre de siempre
con su destino oscuro
abierto a los confines
lo mismo que una cruz irrevocable,
por su infancia marchita,
ensuciada por todos
sin compasión alguna a su pureza;
por su alocada juventud vencida
a golpes de renuncia y de fracaso,
por su vejez de plomo
vertiendo como alero
su mínimo caudal en el vacío…
Por esta sucesión interminable
de pasos vacilantes monte arriba,
por esta des de altura
de la que siempre fuimos rechazados,
por esta sumisión agradecida
hasta el límite mismo de la muerte,
yo vuelvo a alzar mi ruego
y vuelvo a alzar mi canto
en millones de voces repetido.
Y hablo otra vez del hombre,
de nosotros, hermanos,
en un plural abierto
sin frontera de tiempo ni de raza.
Y ahora que el ademán es aún pujante
sobre esta tierra dura que me aguarda
y bajo estas estrellas que me ignoran,
me descubro la herida,
la herida mía y nuestra,
tan vieja y tan dolida como el mundo,
a ver si la ve Dios, a ver si existe
una gota de gracia que la cure.
Frente a un muro de cal abrasadora, 1967.

domingo, 23 de octubre de 2011

¡SI PUDIERA CALLAR!




¡Si pudiera callar! Pero no puedo,
pero no querré nunca. Mira: lucen
sangre las sienes; al hablar traducen
sangre por la palabra. Con denuedo
hablaré con su lengua, con la mía,
en el coro de heridos graves. ¡Cómo
llevan razón, levantan sobre el plomo
de las alas la nueva melodía!
No me puedo callar ya más. No vale
para imponer silencio el latigazo
que me cruza la boca. Se alza, sale
la luz, tu luz, su luz, la luz de tanto
como escupiera sangre. Por mi brazo
mis venas llevan ríos con su llanto.
La madre, 1958.

sábado, 22 de octubre de 2011

LAS PALABRAS


Esteban Vicente


A José Ángel Valente
Piedras preciosas para el sentido,
diamantes de realidad.
Si van en sueños pierden su brillo,
su luminosa verdad.
Palabras vivas, nadie las toque
que no las sepa cuidar.
Compañera de hoy, 1966.

viernes, 21 de octubre de 2011

Pájaros matinales



























Fantástico sentir cómo el poema crece
mientras voy encogiéndome.
Crece, ocupa mi lugar.
Me desplaza.
Me arroja del nido.
El poema está listo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Y sin embargo






De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado
de haberte conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.
Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.

miércoles, 19 de octubre de 2011

El pajaro



Un silencio de aire, luz y cielo. 
En el silencio transparente 
el día reposaba: 
la transparencia del espacio 
era la transparencia del silencio. 
La inmóvil luz del cielo sosegaba 
el crecimiento de las yerbas. 
Los bichos de la tierra, entre las piedras, 
bajo la luz idéntica, eran piedras. 
El tiempo en el minuto se saciaba. 
En la quietud absorta 
se consumaba el mediodía. 

Y un pájaro cantó, delgada flecha. 
Pecho de plata herido vibró el cielo, 
se movieron las hojas, 
las yerbas despertaron... 
Y sentí que la muerte era una flecha 
que no se sabe quién dispara 
y en un abrir los ojos nos morimos.

martes, 18 de octubre de 2011

Como llenarte, soledad


Cómo llenarte, soledad, 
sino contigo misma... 

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra, 
quieto en ángulo oscuro, 
buscaba en ti, encendida guirnalda, 
mis auroras futuras y furtivos nocturnos, 
y en ti los vislumbraba, 
naturales y exactos, también libres y fieles, 
a semejanza mía, 
a semejanza tuya, eterna soledad. 

Me perdí luego por la tierra injusta 
como quien busca amigos o ignorados amantes; 
diverso con el mundo, 
fui luz serena y anhelo desbocado, 
y en la lluvia sombría o en el sol evidente 
quería una verdad que a ti te traicionase, 
olvidando en mi afán 
cómo las alas fugitivas su propia nube crean. 

Y al velarse a mis ojos 
con nubes sobre nubes de otoño desbordado 
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos, 
te negué por bien poco; 
por menudos amores ni ciertos ni fingidos, 
por quietas amistades de sillón y de gesto, 
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma, 
por los viejos placeres prohibidos 
como los permitidos nauseabundos, 
útiles solamente para el elegante salón susurrado, 
en bocas de mentira y palabras de hielo. 

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona 
que yo fui, 
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones; 
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos, 
limpios de otro deseo, 
el sol, mi dios, la noche rumorosa, 
la lluvia, intimidad de siempre, 
el bosque y su alentar pagano, 
el mar, el mar como su nombre hermoso; 
y sobre todo ellos, 
cuerpo oscuro y esbelto, 
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía, 
y tú me das fuerza y debilidad 
como el ave cansada los brazos de la piedra. 

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje, 
oigo sus oscuras imprecaciones, 
contemplo sus blancas caricias; 
y erguido desde cuna vigilante 
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres, 
por quienes vivo, aún cuando no los vea; 
y así, lejos de ellos, 
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres, 
roncas y violentas como el mar, mi morada, 
puras ante la espera de una revolución ardiente 
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo 
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista. 

Tú, verdad solitaria, 
transparente pasión, mi soledad de siempre, 
eres inmenso abrazo; 
el sol, el mar, 
la oscuridad, la estepa, 
el hombre y su deseo, 
la airada muchedumbre, 
¿qué son sino tú misma? 

Por ti, mi soledad, los busqué un día; 
en ti, mi soledad, los amo ahora.

lunes, 17 de octubre de 2011

EL PORQUÉ DE LAS PALABRAS



No tuve amor a las palabras;
si las usé con desnudez, si sufrí en esa busca,
fue por necesidad de no perder la vida,
y envejecer con algo de memoria
y alguna claridad.
Así uní las palabras para quemar la noche,
hacer un falso día hermoso,
y pude conocer que era la soledad el centro de este mundo.
Y sólo atesoré miseria,
suspendido el placer para experimentar una desdicha nueva,
besé en todos los labios posada la ceniza,
y fui capaz de amar la cobardía porque era fiel y era digna del hombre.
Hay en mi tosca taza un divino licor
que apuro y que renuevo;
desasosiega, y es
remordimiento;
tengo por concubina a la virtud.
No tuve amor a las palabras,
¿cómo tener amor a vagos signos
cuyo desvelamiento era tan sólo
despertar la piedad del hombre para consigo mismo?
En el aprendizaje del oficio se logran resultados:
llegué a saber que era idéntico el peso del acto que resulta de lenta reflexión y
[el gratuito,
y es fácil desprenderse de la vida, o no estimarla,
pues es en la desdicha tan valiosa como en la misma dicha.
Debí amar las palabras;
por ellas comparé, con cualquier dimensión del mundo externo:
el mar, el firmamento,
un goce o un dolor que al instante morían;
y en ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida.
Cree el hombre que nada es superior al hombre mismo:
ni la mayor miseria, ni la mayor grandeza de los mundos,
pues todo lo contiene su deseo.
Las palabras separan de las cosas
la luz que cae en ellas y la cáscara extinta,
y recogen los velos de la sombra
en la noche y los huecos;
mas no supieron separar la lágrima y la risa,
pues eran una sola verdad,
y valieron igual sonrisa, indiferencia.
Todos son gestos, muertes, son residuos.
Mirad al sigiloso ladrón de las palabras,
repta en la noche fosca,
abre su boca seca, y está mudo.
Insistencias en Luzbel, 1977.

domingo, 16 de octubre de 2011

Epitafio de un poeta





Quiso cantar, cantar 
para olvidar 
su vida verdadera de mentiras 
y recordar 
su mentirosa vida de verdades.



Octavio Paz

sábado, 15 de octubre de 2011

SOBRE LA CIGARRA Y EL GRILLO




























Jamás la poesía de la tierra se extingue:
cuando a todos los pájaros abate el sol ardiente
y ocúltanse en fresdores de umbría, una voz corre
de seto en seto, por prados recién segados.
En la de la cigarra. El concierto dirige
de la pompa estival y no se sacia nunca
de sus delicias, pues si le cansan sus juegos,
se tumba a reposar bajo algún junco amable.
En la tierra jamás la poesía cesa:
cuando, en la solitaria tarde invernal, el hielo
ha labrado el silencio, en el hogar ya vibra
el cántico del grillo, que aumenta sus ardores,
y parece, al sumido en somnolencia dulce,
la voz de la cigarra, entre colinas verdes.

Versión de Màrie Montand

viernes, 14 de octubre de 2011

NOS RECIBEN LAS CALLES CONOCIDAS



Nos reciben las calles conocidas
y la tarde empezada, los cansados
castaños cuyas hojas, obedientes,
ruedan bajo los pies del que regresa,
preceden, acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo entre la muchedumbre
de los que a cada instante se suceden,
bajo la prematura opacidad
del cielo, que converge hacia su término,
cada uno se interna olvidadizo,
perdido en sus cuarteles solitarios
del invierno que viene. ¿Recordáis
la destreza del vuelo de las aves,
el júbilo y los juegos peligrosos,
la intensidad de cierto instante, quietos
bajo el cielo más alto que el follaje?
Si por lo menos alguien se acordase,
si alguien súbitamente acometido
se acordase... La luz usada deja
polvo de mariposa entre los dedos..

jueves, 13 de octubre de 2011

Dans ma péniche

Quiero vivir cuando el amor muere; 
muere, muere pronto, amor mío. 
Abre como una cola la victoria purpúrea del deseo, 
aunque el amante se crea sepultado en un súbito otoño, 
aunque grite: 
Vivir así es cosa de muerte. 

Pobres amantes, 
clamáis a fuerza de ser jóvenes; 
sea propicia la muerte al hombre a quien mordió la vida, 
caiga su frente cansadamente entre las manos 
junto al fulgor redondo de una mesa con cualquier 
triste libro 
pero en vosotros aún va fresco y fragante 
el leve perejil que adorna un día al vencedor adolescente. 
Dejad por demasiado cierta la perspectiva de alguna nueva 
tumba solitaria. 
Aún hay dichas, terribles dichas a conquistar bajo la luz 
terrestre. 
Ante vuestros ojos, amantes, 
cuando el amor muere, 
vida de la tierra y la vida del mar palidecen juntamente; 
el amor, cuna adorable para los deseos exaltados, 
los ha vuelto tan lánguidos como pasajeramente suele 
hacerlo 
el rasguear de una guitarra en el ocio marino 
y la luz del alcohol, aleonado como una cabellera; 
vuestra guarida melancólica se cubre de sombras 
crepusculares 
todo queda afanoso y callado. 

Así suele quedar el pecho de los hombres 
cuando cesa el tierno borboteo de la melodía confiada, 
y tras su delicia interrumpida 
un afán insistente puebla el nuevo silencio. 

Pobres amantes, 
¿de qué os sirvieron las infantiles arras que cruzasteis, 
cartas, rizos de luz recién cortada, seda cobriza o negra 
ala? 
Los atardeceres de manos furtivas, 
el trémulo palpitar, los labios que suspiran, 
la adoración rendida a un leve sexo vanidoso, 
los ay mi vida y los ay muerte mía, 
todo, todo, 
amarillea y cae y huye con el aire que no vuelve. 

Oh, amantes, 
encadenados entre los manzanos del edén, 
cuando el amor muere, 
vuestra crueldad; vuestra piedad pierde su presa, 
y vuestros brazos caen como cataratas macilentas, 
vuestro pecho queda como roca sin ave, 
y en tanto despreciáis todo lo que no lleve un velo funerario, 
fertilizáis con lágrimas la tumba de los sueños, 
dejando allí caer, ignorantes como niños, 
la libertad, la perla de los días. 

Pero tú y yo sabemos, 
río que bajo mi casa fugitiva deslizas tu vida experta, 
que cuando el hombre no tiene ligados sus miembros 
por las encantadoras mallas del amor, 
cuando el deseo es como una cálida azucena 
que se ofrece a todo cuerpo hermoso que fluya a 
nuestro lado, 
cuánto vale una noche como ésta, indecisa 
entre la primavera última y el estío primero, 
este instante en que oigo los leves chasquidos del bosque 
nocturno. Conforme conmigo mismo y con la indiferencia 
de los otros, 
solo yo con mi vida, 
con mi parte en el mundo. 

Jóvenes sátiros 
que vivís en la selva, labios risueños 
ante el exangüe Dios cristiano, 
a quien el comerciante adora para mejor cobrar 
su mercancía 
pies de jóvenes sátiros, 
danzad más presto cuando el amante llora, 
mientras lanza su tierna endecha 
de: Ah, cuando el amor muere. 
Porque oscura y cruel la libertad entonces ha nacido; 
vuestra descuidada alegría sabrá fortalecerla, 
y el deseo girará locamente en pos de los hermosos 
cuerpos que vivifican el mundo un solo instante.