lunes, 2 de abril de 2012

Memoralia

Guennadi Ulibin

Cerré los ojos
y de repente volvió el olor a tiza,
y su arañar el encerado.
Volvimos a salvar el mundo
desde aquella descarada última fila,
dormidos, soñadores, y soñados,
soñando un futuro cargado de sueños
que llegado a presente nos estalló en la cara.

Cerré los ojos
y volvieron las risas, 
las largas horas de charla
y discusion a vida o muerte, 
encarnadas en utopía adolescente,
donde vivimos y morimos por cada obra,
donde con sangre no entraba la letra,
sino que por cada letra se daba
hasta la última gota de sangre.

Cerré los ojos
y volvimos a apostar besos contra libros,
los que hoy me guiñan desde esa biblioteca,
intercambiamos apuntes por rubor de mejillas,
preguntas de examen por bocetos de ignorancia y picaresca,
citas furtivas a escondidas entre páginas y versos, 
que hoy quedan resquebrajadas bajo los pies de su inocencia. 

Cerré los ojos,
y por un instante,
volví, volviste, volvimos,
se detuvo el mundo,
y quiso brillar con aquella luz propia.

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