Por restar mientras que tú sumas.
Por llenarte de pájaros la mesa. Por llevarte adonde no sabes salir. Por castigarte sin hablar. Por decirte: estás solo. Porque le rindes cuentas. Por preferir que cargues con su dolor de siglos cuando te sientes nuevo. Por su imán descabellado. Por la sed que produce cuando finge ser agua. Por su vida paralela. Por hablarte cuando quieres dormir. Por su orgullo de bestia descarriada. Porque mira a la muerte con el rabo del ojo cuando canta oh belleza. Por no dar explicaciones. Por suficiente. Por insuficiente. Por beberse la sombra de mañana. |
viernes, 23 de marzo de 2012
Dejar la poesía
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