sábado, 28 de marzo de 2015

El mar




Frappé de ta grandeur farouche
Je tremble... est-ce bien toi, vieux lion que je touche,
Océan, terrible océan!

Turquety


Océano terrible, mar inmenso
De procelosas olas que se enroscan
Floridas reventando en blanca espuma
En uno y otro polo,
Al fin... al fin te veo; al fin mis ojos
Trémulos clavo en tu cerviz indómita,
Y tu iracundo, bárbaro rugido
Al fin medroso escucho.

¿En dónde hubiste, oh piélago profundo,
Ese rugido tuyo? En vano el mazo
Enloquecido de los vientos hiende
Cuanto golpea, y llama.

Del abismo profundo las mil olas
Que avaro guardas en tu seno undoso;
Al terrible rugir del viento bravo
Tu rugido ensombrece.
En vano truena horrísona tormenta;
La voz del trueno, que estremece al cielo,
No cubre tu clamor. ¿Dónde la hubiste,
Majestuoso Oceano?

Oh mar, ese rugido es eco incierto
De la voz creadora que te hizo:
Sea, dijo; y tú fuiste, y a las rocas
Tus olas arrojaste.

De noche, cuando el cielo es puro y limpio,
Tornas tu suelo azul, corren tus olas
Sobre luceros mil; los ojos nuestros
Entre los cielos túrbanse.
De la voz de Jehová un eco incierto
Pienso que es tu rugir; sola, perenne,
Imagen de lo eterno, reflejando
Las acciones de Dios.

Sola contigo, pues, la mente libre
Se eleva, sube al cielo ardiente, altiva,
Y de este lodo terrenal se limpia,
Como el bronce en el fuego.

La ardiente musa, a tu canción unida,
Glorifica al Señor de las alturas
Con la frente más alta que las nubes
Y los pies sobre ti.

¿Qué hay más fuerte que tú? Cuando se eriza
Tu terrible melena, la flotante
Nao, de artificio extremo, en breve tiempo
Húndese y se aniquila.

Nada en la tierra tu poder resiste,
Pero un grano de arena te detiene,
¡Tan fuerte contra el hombre, tan sin fuerza
contra cosa tan flaca!

Pero en aquel instante que me espera
En que de esta prisión he de evadirme,
Iré tan alto, oh mar, que allí no llegue
Tu sonoro rugido.

Aún más fuerte que tú será mi alma:
Sin saber de temor, espacio y tiempo,
Con un gesto abrirá el estrecho círculo
del mundo y de los cielos.

Entonces, entre estrellas consteladas,
Cantando himnos de amor en arpas de ángeles,
Sonará más potente que tus olas
Al morder la áurea arena.

Será más dulce que el sencillo canto
De nostálgica virgen, cuando llena
La noche el mundo, y que la mansa brisa
Que suspira entre flores.

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