No basta el guepardo
en los dedos,
su carrera macerada
en alcohol en el
reposo,
el cuerpo desbocado,
de torrente,
del agua detenida en este
vaso,
no fluyen los muros
desparejos, las voces
de azulejos desgastados,
las cocinas del mundo
a fuego lento,
una fila de niñas
en sus camas,
corredores que sueñan
con un viento leve
de superficie,
y emiten un silbido
de hervor ralentizado,
hay que inyectarse la cal
de estas paredes,
aquietar lo veloz
para sentarse,
separar los anillos
de tantos dedos
muertos,
encerrarse de nuevo
en el metal de la llave,
escuchar el vuelo bajo
de los techos,
su migración de animal
acorralado que anuncia,
sin pausas de contención
en la llegada,
una nueva estación
de las estepas.
su carrera macerada
en alcohol en el
reposo,
el cuerpo desbocado,
de torrente,
del agua detenida en este
vaso,
no fluyen los muros
desparejos, las voces
de azulejos desgastados,
las cocinas del mundo
a fuego lento,
una fila de niñas
en sus camas,
corredores que sueñan
con un viento leve
de superficie,
y emiten un silbido
de hervor ralentizado,
hay que inyectarse la cal
de estas paredes,
aquietar lo veloz
para sentarse,
separar los anillos
de tantos dedos
muertos,
encerrarse de nuevo
en el metal de la llave,
escuchar el vuelo bajo
de los techos,
su migración de animal
acorralado que anuncia,
sin pausas de contención
en la llegada,
una nueva estación
de las estepas.
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