lunes, 11 de agosto de 2014

CYRANO EN ESPAÑA







V


CYRANO EN ESPAÑA


He aquí que Cyrano de Bergerac traspasa

de un salto el Pirineo. Cyrano está en su casa. 
¿No es en España, acaso, la sangre vino y fuego? 
Al gran Gascón saluda y abraza el gran Manchego. 
¿No se hacen en España los más bellos castillos? 
Roxanas encarnaron con rosas los Murillos, 
y la hoja toledana que aquí Quevedo empuña 
conócenla los bravos cadetes de Gascuña. 
Cyrano hizo su viaje a la Luna; mas, antes, 
ya el divino lunático de don Miguel Cervantes
pasaba entre las dulces estrellas de su sueño 
jinete en el sublime pegaso Clavileño. 
y Cyrano ha leído la maravilla escrita, 
y al pronunciar el nombre del Quijote, se quita 
Bergerac el sombrero: Cyrano Balazote 
siente que es la lengua suya la lengua del Quijote. 
y la nariz heroica del Gascón se diría 
que husmea los dorados vinos de Andalucía. 
y la espada francesa, por él desenvainada, 
brilla bien en la tierra de la capa y la espada. 
¡Bien venido, Cyrano de Bergerac! Castilla 
te da su idioma; y tu alma, como tu espada, brilla 
al sol que allá en sus tiempos no se ocultó en España. 
Tu nariz y penacho no están en tierra extraña, 
pues vienes a la tierra de la Caballería. 
Eres el noble huésped de Calderón. María 
Roxana te demuestra que lucha la fragancia 
de las rosas de España con las rosas de Francia; 
y sus supremas gracias, y sus sonrisas únicas, 
y sus miradas, astros que visten negras túnicas, 
y la lira que vibra en su lengua sonora, 
te dan una Roxana de España, encantadora. 
¡Oh poeta! ¡Oh celeste poeta de la facha 
grotesca! Bravo y noble y sin miedo y sin tacha,
príncipe de locuras, de sueños y de rimas, 
tu penacho es hermano de las más altas cimas, 
del nido de tu pecho una alondra se lanza, 
un hada es tu madrina, y es la Desesperanza; 
y en medio de la selva del duelo y del olvido 
las nueve musas vendan tu corazón herido. 
¿Allá en la Luna hallaste algún mágico prado 
donde vaga el espíritu de Pierrot desolado? 
¿Viste el palacio blanco de los locos del Arte? 
¿Fue acaso la gran sombra de Píndaro a encontrarte? 
¿Contemplaste la mancha roja que entre las rocas 
albas forma el castillo de las Vírgenes locas? 
¿Y en un jardín fantástico de misteriosas flores 
no oíste al melodioso Rey de los ruiseñores? 
No juzgues mi curiosa demanda inoportuna, 
pues todas esas cosas existen en la Luna. 
¡Bíen venido, Cyrano de Bergerac! Cyrano 
de Bergerac, cadete y amante y castellano, 
que trae los recuerdos que Durandal abona 
al país en que aún brillan las luces de Tizona. 
El Arte es el glorioso vencedor. Es el Arte 
el que vence el espacío y el tiempo; su estandarte, 
pueblos, es del espíritu el azul oriflama. 
¿Qué elegido no corre si su trompeta llama? 
y a través de los siglos se contestan, oíd: 
la Canción de Rolando y la Gesta del Cid. 
Cyrano va marchando, poeta y caballero, 
al redoblar sonoro del grave Romancero. 
Su penacho soberbio tiene nuestra aureola. 
Son sus espuelas finas de fábrica española. 
Y cuando en su balada Rostand teje el envío, 
creeríase a Quevedo rimando un desafío. 
¡Bien venido, Cyrano de Bergerac! No seca 
el tiempo el lauro; el viejo Corral de la Pacheca 
recibe al generoso embajador del fuerte 
Moliere. En copa gala Tirso su vino vierte. 
Nosotros exprimimos las uvas de Champaña 
para beber por Francia y en un cristal de España.

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