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lunes, 25 de febrero de 2013
A Rosa II
II
Mas no, que pronto con eterna liga
para siempre mi bien, a ti enlazado
teniéndome a tus pies arrodillado,
me oirás hermosa, sin cesar decir:
A ti mujer, la de cabellos blondos,
de tez de raso, de inspirada frente,
la de ojos lindos, la de boca riente
a ti te amo, no más, no más a ti.
A ti tan fina como bucle de ángel,
tan blanca como hielo de Apenino,
hermosa cual topacio golcondino,
a ti te amo, no más, no más a ti.
A ti, mujer tan noble como el mártir,
a ti más tierno que de alondra el canto,
a ti más pura que del niño el llanto,
a ti te amo, no más, no más a ti.
domingo, 24 de febrero de 2013
A ROSA
A ROSA |
A tu lado yo siento, Rosa mía,
que tenemos los dos un alma sola; si probara una gota de ambrosía suspendida en tus labios de amapola, A Dios le pido que mi pobre estrella alumbre un porvenir de venturanza, y que siempre resbale tras tus huellas la inmaculada luz de la esperanza. Ojalá que en tu senda sin abrojos nunca el llanto humedezca tu mejilla ni el brillo apague de tus lindos ojos donde mi cielo de ventura brilla. Porque tu goce mi tormento calma y con tu pena el corazón me hieres; padece mi alma si padece tu alma, y soy dichoso si dichosa eres. Que mi vida, mujer, mi vida entera se halla en tal grado con la tuya unida, que la temible muerte no pudiera arrebatar tu vida sin mi vida. Te amo, Rosa, como nunca he amado; a tus pies encadeno mi destino, y a tu amor es final abrillantado que encendiera el Señor en su camino. Tu mirada tiernísima concluye de mi penar intenso la violencia, que tú eres el iris que destruye la horrible tempestad de mi existencia. A tu lado la dicha me sofoca, y mi ser se estremece de contento cuando mi nombre de tu linda boca embalsamado sale con tu aliento. Y yo Rosa, te encuentro tan divina, que un ángel envidiara tus hechizos, tan pura como el aura vespertina, jugando de las olas con los rizos. Eres tú la ilusión de mis amores y la diosa de mi alma enamorada, isla preciosa de benditas flores en un mar de pureza colocada. Ensueño sacrosanto de ternura, mi grande aspiración es poseerte; si se agita la flor de mi ventura el desengaño me dará la muerte. |
sábado, 23 de febrero de 2013
A UNA RAMERA
A UNA RAMERA |
Mujer preciosa para el bien nacida,
Mujer preciosa por mi mal hallada, Perla del solio del Señor caída Y en albañal inmundo sepultada; Cándida rosa en el Edén crecida Y por manos infames deshojada; Cisne de cuello alabastrino y blando En indecente bacanal cantando. II Objeto vil de mi pasión sublime, Ramera infame a quien el alma adora. ¿Por qué el Dios ha colocado, dime, el candor en tu faz engañadora? ¿Por qué el reflejo de su gloria imprime en tu dulce mirar? ¿Por qué atesora hechizos mil en tu redondo seno, si hay en tu corazón lodo y veneno? III Copa de bendición de llanto llena, Do el crimen su ponzoña ha derramado; Ángel que el cielo abandonó sin pena, Y en brazos del demonio ha entregado; Mujer más pura que la luz serena, Más negra que la sombra del pecado, Oye y perdona si al cantarte lloro; Porque, ángel o demonio, yo te adoro. IV Por la senda del mundo yo vagaba Indiferente en medio de los seres; De la virtud y el vicio me burlaba; Me reí del amor de las mujeres, Que amar a una mujer nunca pensaba; Y hastiado de pesares y placeres Siempre vivió con el amor en guerra Mi ya gastado corazón de tierra. V Pero te vi… te vi… ¡Maldita hora En que te vi, mujer! Dejaste herida A mi alma que te adora, como adora El alma que de llanto está nutrida. Horrible sufrimiento me devora, Que hiciste la desgracia de mi vida. Mas dolor tan inmenso, tan profundo, No lo cambio, mujer, por todo el mundo. VI ¿Eres demonio que arrojó el infierno para abrirme una herida mal cerrada? ¿Eres un ángel que mandó el Eterno a velar mi existencia infortunada? ¿Este amor tan ardiente, tan interno, me enaltece, mujer, o me degrada? No lo sé… no lo sé… yo pierdo el juicio. ¿Eres el vicio tú? … ¡Adoro el vicio!. VII ¡Ámame tú también! Seré tu esclavo, tu pobre perro que doquier te siga. Seré feliz si con mi sangre lavo Tu huella, aunque al seguirte me persiga Ridículo y deshonra; al cabo, al cabo, Nada me importa lo que el mundo diga. Nada me importa tu manchada historia Si a través de tus ojos veo la gloria. VIII Yo mendigo, mujer, y tú ramera, Descalzos por el mundo marcharemos. Que el mundo nos desprecie cuando quiera, En nuestro amor un mundo encontraremos. Y si horrible miseria nos espera, Ni de un rey por el otro la daremos; Que cubiertos de andrajos asquerosos, Dos corazones latirán dichosos. IX Un calvario maldito hallé en la vida En el que mis creencias expiraron, Y al abrirme los hombres una herida, De odio profundo el alma me llenaron. Por eso el alma de rencor henchida Odia lo que ellos aman, lo que amaron, Y a ti sola, mujer, a ti yo entrego Todo ese amor que a los mortales niego. X Porque nací, mujer, para adorarte Y la vida sin ti me es fastidiosa, Que mi único placer es contemplarte, Aunque tú halles mi pasión odiosa, Yo, nunca, nunca, dejaré de amarte. Ojalá que tuviera alguna cosa Más que la vida y el honor más cara, Y por ti sin violencia la inmolara. XI Sólo tengo una madre. ¡Me ama tanto! Sus pechos mi niñez alimentaron, Y mi sed apagó su tierno llanto, Y sus vigilias hombre me formaron. A ese ángel para mí tan santo, Última fe de creencias que pasaron, A ese ángel de bondad, ¡quién lo creyera!, Olvido por tu amor… ¡loca ramera! XII Sé que tu amor no me dará placer, Se que burlas mis grandes sacrificios. Eres tú la más vil de las mujeres; Conozco tu maldad, tus artificios. Pero te amo, mujer, te amo como eres; Amo tu perversión, amo tus vicios. Y aunque maldigo el fuego en que me inflamo, Mientras más vil te encuentro, más te amo. XIII Quiero besar tu planta a cada instante, Morir contigo de placer beodo; Porque es tuya mi mente delirante, Y tuyo es mi corazón de lodo. Yo que soy en amores inconstante, Hoy me siento por ti capaz de todo. Por ti será mi corazón do imperas, Virtuoso, criminal, lo que tú quieras. XIV Yo me siento con fuerza muy sobrada, Y hasta un niño me vence sin empeño. ¿Soy águila que duerme encadenada, o vil gusano que titán me sueño? Yo no sé si soy mucho, o si soy nada; Si soy átomo grande o dios pequeño; Pero gusano o dios, débil o fuerte, Sólo sé que soy tuyo hasta la muerte. XV No me importa lo que eres, lo que has sido, Porque en vez de razón para juzgarte, Yo sólo tengo de ternura henchido Gigante corazón para adorarte. Seré tu redención, seré tu olvido, Y de ese fango vil vendré a sacarte. Que si los vicios en tu ser se imprimen Mi pasión es más grande que tu crimen. XVI Es tu amor nada más lo que ambiciono, Con tu imagen soñando me desvelo; De tu voz con el eco me emociono, Y por darte la dicha que yo anhelo Si fuera rey, te regalara un trono; Si fuera Dios, te regalara un cielo. Y si Dios de ese Dios tan grande fuera, Me arrojara a tus plantas ¡vil ramera! |
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