lunes, 18 de marzo de 2013
En el estudio del pintor
Para Ahmed el-Yahainy
Todas las tardes
regreso a casa
tras dejar,en el taller,
mi rostro sobre el lienzo.
A la noche
me desprendo del marco de madera
y mis ojos escrutan las galerías de la sala:
los colores duermen en sus palestras,
los pinceles reposan en sus cuencos de aceite
y los cuadros dormitan.
Yo vigilo el lugar.
Mi cometido:
proteger las mortajas de los faraones
con las que el pintor
envolvió las momias de los antepasados,
de blanco;
protegerlas de los caprichos del azul, el verde y el marrón
para que lo blanco siga siendo blanco,
como la historia.
Y al alba,
vuelvo al bastidor
y cierro los ojos un instante
para echar una cabezada
antes de que el rostro impreso en la tela,
que es el mío,
se someta, una vez más, al pincel
de Ahmed el Yanayni.
domingo, 17 de marzo de 2013
Cebo
Cebo
La poesía nunca puede hablar de mí,
ni yo de la poesía.
Yo estoy solo, el poema está solo,
y el resto es de los gusanos.
Me detuve en las calles donde viven las palabras,
libros, cartas, informes,
y esperé.
Siempre supe esperar.
Las palabras, con sus formas claras u oscuras,
me volvieron más oscuro o más claro.
Los poemas me alcanzaron
y se reconocieron como objetos.
Yo pude verlo y verme.
No tiene fin esta adicción.
Escuadrones de poemas están buscando sus poetas.
Vagan sin mando por el amplio
territorio de las palabras
y aguardan el cebo de su perfecta,
hermética, condensada, acabada
e irreductible
forma.
sábado, 16 de marzo de 2013
Oracion
Señor,
Los que lo tienen todo no son felices.
Haz que no tengan nada
Para que sepan lo que es felicidad.
Medardo Fraile en Cuadernos del matemático
viernes, 15 de marzo de 2013
Un amor más allá del amor...
Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
jueves, 14 de marzo de 2013
Alegraos
Alegraos con las flores que embriagan,
Las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
Los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
Fragantes flores,
Abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
Parlotea y canta,
Viene a conocer la casa de dios.
Sólo con nuestros cantos
Perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
Vuestro disgusto se disipa.
Las inventa el Dador de la vida,
Las ha hecho descender
El inventor de sí mismo,
Flores placenteras,
Con ellas vuestro disgusto se disipa.
miércoles, 13 de marzo de 2013
El Arbolito
En el patio de mi casa
he sembrado un arbolito: crece y crece tan bonito que en tamaño ya me pasa! Yo lo riego diariamente con esmero y con amor: ya da frutos, ya da flor y me lo admira la gente.... |
martes, 12 de marzo de 2013
DESCANSO
Con ternura, con paz, con inocencia,
con una blanda tristeza o el cansancio que viene a ser un perro fiel que acariciamos, estoy sentado en mi sillón y soy feliz, y soy feliz porque no siento la necesidad de pensar algo preciso. Con una fatiga que no es un desengaño, con un gozo que no alienta esperanzas, estoy en mi sillón, y estoy en algo que quizás sólo es amor. Sé que floto y nada me parece sin embargo indiferente; sé que nada me alegra ni me duele y que sin embargo todo me enternece; sé que eso es el amor, o que quizá solamente es un dulce cansancio; sé que soy feliz porque no siento la necesidad de pensar algo preciso. |
lunes, 11 de marzo de 2013
Rocío
De Sevilla un patio "salpicao" de flores,
una fuente en medio con un surtidor, rosas y claveles de todos colores, que no los soñaba mejor ni un pintor. Tras de su cancela de hierro "forjao", hay una mocita de tez "bronceá", y juntito a ella, moreno y "plantao", un mozo "encendío", que hablándole está. La luna rosa de plata bañó el patio con su luz, muy cerquita de su novia dijo el mocito andaluz: "Rocío, ¡ay mi Rocío! Manojito de claveles, capullito "florecío". De pensar en tus "quereres" voy a perder el "sentío" porque te quiero mi "vía" como a nadie yo he "querío" Rocío, ¡ay mi Rocío!" Ahora es otro el patio "salpicao" de rosas, patio de las monjas de la "Cariá", donde hasta la fuente llora silenciosa, la canción amarga de su soledad. Regando las flores hay una monjita que como ella tiene carita de flor, y que se parece a aquella mocita, que tras la cancela, le hablaba de amor. La luna rosa de plata, el patio "bañao" de luz, más ya no suena esa copla de aquel mocito andaluz: "Rocío, ay mi Rocío…" |
domingo, 10 de marzo de 2013
SEÑORES DEL SUR
Señores del sur
he comprometido mis raíces con ustedes
mi palabra llegará como un río
a recoger la tierra y su origen
Llámenme agricultor
cuando el trigo se despierte
cuando cruja la semilla
y el invierno se levante en una mano
Llámenme soldado
cuando el agua y la piedra se reúnan
entonces seré el puñal
que desgarre ceniza y envoltura
No digan al Maule como me llamo
me reconocerá por la voz
por los susurros que mis labios
llevarán hasta su lecho
No digan nada en Constitución
o en Pelluhue o en Chanco o en Curanipe
mi nombre fue encontrado en una ola
no es necesario que digan nada
Señores del sur
mi casa es mi mejor emblema
Pueden ver a través de las ventanas
o a través de mis ojos
lo que les tengo preparado
Abriré de una en una mis heridas
y escupiré poemas en vez de sangre
y a todos les diré mi nombre
Porque no quiero ver a Pedro
arrinconado en un museo
o a Manuel Francisco
retenido en una boca
Ellos sabían cantar
eran dos vientos de distinto oficio
dos gotas que el Maule
sacudió con violencia
Y yo ¿quién soy?
algo tengo de todos
cara de pan o de hormiga
muslos comprometidos
con el sabor de la tierra
hombros de padre
dientes de inquilino o de patrón
Soy una flor con espinas
y pétalos de mármol
un poema preparado
con la lluvia de cada día
sábado, 9 de marzo de 2013
Porque se llama Manuel
Porque se llama Manuel
y Machado se apellida, en su verso Muerte y Vida juegan partida y nivel. ¿Quién vence? Tablas. Y él, banderillero de Apolo, supo, cantó y está solo: ese poeta chapado que se apellida Machado y le llamaban Manolo. |
viernes, 8 de marzo de 2013
La oportunidad
Compadre, yo no le pido
mayormente caridad, pero sí que a mi marido le dé la oportunidad. La guitarra tiene rota pero en bombo canta igual. Si tuviera un par de botas lo vería zapatear. Pa’l machete era machazo pero el ingenio cerró. De conchabo no hubo caso en todo el alrededor. Vendimos la taperita, la chiva y hasta el telar y así con cinco guagüitas en tren a la Capital. Resulta que una sobrina nos brinda acomodación pero siete en la cocina requiere retribución. Mi marido se levanta y de changa en changa va. Si el trabajo no le aguanta será por fatalidá’. Aunque es mozo bien plantado y de regular altor nadie le presta cuidado para artista del folclor. Y aquí estamos dagüeltando mal que bien y bien que mal hasta que llegue ese cuando lo llamen de un festival. |
jueves, 7 de marzo de 2013
A CÁDIZ
Tras navegación penosa
por una mar alterada te presentaste a mis ojos, lucero de las Españas! Y a la claridad dudosa que vierte en pos la alborada me pareciste salida improviso de las aguas. ¡Salud, plantel de recuerdos, antemural de la patria, salud, oh Cádiz famosa por tu brío y por tus damas! De Santa Cruz de Tinerfe al alejarme, vagaban por mi ardiente fantasía tus sombras tornasoladas; esa rica vestidura con que te ciñó la fama, y que tiendes en las olas, cual si fueras su sultana. Al verte sentí el influjo que ejerces sobre las almas, y absorto quedé mirando mi ilusión ya realizada... ¡Oh, qué bella al navegante te muestras, Cádiz la clara, en el perfil del Océano adormida, recostada! Quién te cree una Nereida; quién se figura una maga; quién la diosa del combate ve en ti, Cádiz la bizarra; quién a Venus en la mente con su séquito de gracias se forja, cual tú nacida de las espumas rizadas... Pero yo que allá dejé de Santa Cruz en las playas hijos y esposa... pedazos del corazón... ¡Oh gitana! Yo te contemplé a la lumbre de la aurora nacarada, no cual la diosa de amores, no cual deidad de las armas, mas sí como tierna amiga que los brazos me alargaba, para reponer mis fuerzas por el viaje quebrantadas. ¡Bendita seas!... En breve de peregrino la marcha volveré a emprender, dejando, como dejé las Canarias, tus paseos concurridos, tus hermosuras galanas, tus flores, tu argentería, tus balcones, tus murallas... Pero en Sevilla... la perla de Andalucía nombrada, en Madrid... donde la corte esparce todas sus galas, do quier que el paso dirija, do quier fije mis miradas, recordaré tus hechizos, ciudad, hija de las aguas, y bendeciré de nuevo tus brisas hospitalarias! Cádiz, Junio de 1851. |
miércoles, 6 de marzo de 2013
A ERNESTO
Quis tam patiens ut teneat se?
(JUVENAL) Déjame, Arnesto, déjame que llore los fieros males de mi patria, deja que su ruïna y perdición lamente; y si no quieres que en el centro obscuro de esta prisión la pena me consuma, déjame al menos que levante el grito contra el desorden; deja que a la tinta mezclando hiel y acíbar, siga indócil mi pluma el vuelo del bufón de Aquino. ¡Oh cuánto rostro veo a mi censura de palidez y de rubor cubierto! Ánimo, amigos, nadie tema, nadie, su punzante aguijón, que yo persigo en mi sátira al vicio, no al vicioso. ¿Y qué querrá decir que en algún verso, encrespada la bilis, tire un rasgo que el vulgo crea que señala a Alcinda, la que olvidando su orgullosa suerte, baja vestida al Prado, cual pudiera una maja, con trueno y rascamoño alta la ropa, erguida la caramba, cubierta de un cendal más transparente que su intención, a ojeadas y meneos la turba de los tontos concitando? ¿Podrá sentir que un dedo malicioso, apuntando este verso, la señale? Ya la notoriedad es el más noble atributo del vicio, y nuestras Julias, más que ser malas, quieren parecerlo. Hubo un tiempo en que andaba la modestia dorando los delitos; hubo un tiempo en que el recato tímido cubría la fealdad del vicio; pero huyóse el pudor a vivir en las cabañas. Con él huyeron los dichosos días, que ya no volverán; huyó aquel siglo en que aun las necias burlas de un marido las Bascuñanas crédulas tragaban; mas hoy Alcinda desayuna al suyo con ruedas de molino; triunfa, gasta, pasa saltando las eternas noches del crudo enero, y cuando el sol tardío rompe el oriente, admírala golpeando, cual si fuese una extraña, al propio quicio. Entra barriendo con la undosa falda la alfombra; aquí y allí cintas y plumas del enorme tocado siembra, y sigue con débil paso soñolienta y mustia, yendo aún Fabio de su mano asido, hasta la alcoba, donde a pierna suelta ronca el cornudo y sueña que es dichoso. Ni el sudor frío, ni el hedor, ni el rancio eructo le perturban. A su hora despierta el necio; silencioso deja la profanada holanda, y guarda atento a su asesina el sueño mal seguro. ¡Cuántas, oh Alcinda, a la coyunda uncidas tu suerte envidian! ¡Cuántas de Himeneo buscan el yugo por lograr tu suerte, y sin que invoquen la razón, ni pese su corazón los méritos del novio, el sí pronuncian y la mano alargan al primero que llega! ¡Qué de males esta maldita ceguedad no aborta! Veo apagadas las nupciales teas por la discordia con infame soplo al pie del mismo altar, y en el tumulto, brindis y vivas de la tornaboda, una indiscreta lágrima predice guerras y oprobrios a los mal unidos. Veo por mano temeraria roto el velo conyugal, y que corriendo con la impudente frente levantada, va el adulterio de una casa en otra. Zumba, festeja, ríe, y descarado canta sus triunfos, que tal vez celebra un necio esposo, y tal del hombre honrado hieren con dardo penetrante el pecho, su vida abrevian, y en la negra tumba su error, su afrenta y su despecho esconden. ¡Oh viles almas! ¡Oh virtud! ¡Oh leyes! ¡Oh pundonor mortífero! ¿Qué causa te hizo fiar a guardas tan infieles tan preciado tesoro? ¿Quién, oh Temis, tu brazo sobornó? Le mueves cruda contra las tristes víctimas, que arrastra la desnudez o el desamparo al vicio; contra la débil huérfana, del hambre y del oro acosada, o al halago, la seducción y el tierno amor rendida; la expilas, la deshonras, la condenas a incierta y dura reclusión. ¡Y en tanto ves indolente en los dorados techos cobijado el desorden, o le sufres salir en triunfo por las anchas plazas, la virtud y el honor escarneciendo! ¡Oh infamia! ¡Oh siglo! ¡Oh corrupción! Matronas castellanas, ¿quién pudo vuestro claro pundonor eclipsar? ¿Quién de Lucrecias en Lais os volvió? ¿Ni el proceloso océano, ni lleno de peligros, el Lilibeo, ni las arduas cumbres de Pirene pudieron guareceros de contagio fatal? Zarpa, preñada de oro, la nao gaditana, aporta a las orillas gálicas, y vuelve llena de objetos fútiles y vanos; y entre los signos de extranjera pompa ponzoña esconde y corrupción, compradas con el sudor de las iberas frentes. Y tú, mísera España, tú la esperas sobre la playa, y con afán recoges la pestilente carga y la repartes alegre entre tus hijos. Viles plumas, gasas y cintas, flores y penachos, te trae en cambio de la sangre tuya, de tu sangre ¡oh baldón! y acaso, acaso de tu virtud y honestidad. Repara cuál la liviana juventud los busca. Mira cuál va con ellos engreída la imprudente doncella; su cabeza, cual nave real en triunfo empavesada, vana presenta del favonio al soplo la mies de plumas y de agrones y anda loca, buscando en la lisonja el premio de su indiscreto afán. ¡Ay triste, guarte, guarte, que está cercano el precipicio! El astuto amador ya en asechanza te atisba y sigue con lascivos ojos; la educación y la caricia el lazo te van a armar, do caerás incauta, en él tu oprobrio y perdición hallando. ¡Ay, cuánto, cuánto de amargura y lloro te costarán tus galas! ¡Cuán tardío será y estéril tu arrepentimiento! Ya ni el rico Brasil, ni las cavernas del nunca exhausto Potosí nos bastan a saciar el hidrópico deseo, la ansiosa sed de vanidad y pompa. Todo lo agotan: cuesta un sombrerillo lo que antes un estado; y se consume en un festín la dote de una infanta. Todo lo tragan; la riqueza unida va a la indigencia; pide y pordiosea el noble, engaña, empeña, malbarata, quiebra y perece, y el logrero goza los pingües patrimonios, premio un día del generoso afán de altos abuelos. ¡Oh ultraje! ¡Oh mengua! Todo se trafica: Parentesco, amistad, favor, influjo, y hasta el honor, depósito sagrado, o se vende o se compra. Y tú, Belleza, don el más grato que dio al hombre el cielo, no eres ya premio del valor, ni paga del peregrino ingenio; la florida juventud, la ternura, el rendimiento del constante amador ya no te alcanzan. Ya ni te das al corazón, ni sabes de él recibir adoración y ofrendas. Ríndeste al oro. La vejez hedionda, la sucia palidez, la faz adusta, fiera y terrible, con igual derecho vienen sin susto a negociar contigo. Daste al barato, y tu rosada frente, tus suaves besos y sus dulces brazos, corona un tiempo del amor más puro, son ya una vil y torpe mercancía. |
martes, 5 de marzo de 2013
ÚLTIMA SOLEDAD
ÚLTIMA SOLEDAD
Para la pintura de Jesús María Lazkano
Tal vez como si nunca hubiera estado allí.
Tal vez como si no se hubiera ido de allí.
Testigo del naufragio, de todos los naufragios.
Miró sobre los días nevascas y aluviones,
Inciertos sinclinales, tal vez como si nunca,
tal vez como si no, cantiles que alcanzaron
la estatura del miedo, la luz aquilatada,
ciudades irreales: la tuya, Vinogrado
de los muelles tendidos al viento del dolor.
Tal vez como si nunca hubiera estado allí,
tal vez como si nunca, tal vez como si siempre,
tal vez como si no, como si dulcemente
muriéramos de pronto en un naufragio gris.
Fábricas erigidas sobre la tierra yerma,
sobre la nieve cándida el fuego convertido,
tal vez como si siempre hubiese sido así,
en aire polvoriento, el aire en agua tersa,
y la ausencia del hombre en tiempo irredimible.
lunes, 4 de marzo de 2013
A GARCILASO
Cisnes de Betis que en su gran ribera,
las divinas canciones entonando, volvéis el triste invierno en primavera; y cuando el aura dulce está espirando soléis ir con templado movimiento, sublimes por las ondas paseando; pues recebís de Apolo el sacro aliento y de las musas sois favorecidos, trocad la voz en lamentable acento. |
domingo, 3 de marzo de 2013
A MIS CRÍTICOS
Ardiendo, Zoilo, en cólera inclemente,
contra mis versos, dicen que te irritas, y que siempre frenético vomitas de injuriosos dicterios un torrente: Serena, Zoilo, la arrugada frente, que se aumente tu mal cuanto más gritas; y ese excesivo ardor con que te agitas es de tu frenesí prueba evidente. No en criticar consiste la cultura, que para esto es idóneo cualquier labio del necio que halla en maldecir dulzura; da otro ejemplo mejor como hace el sabio, que si escribir no puedes con cordura, desprecio y risa premiarán tu agravio. |
sábado, 2 de marzo de 2013
CÁDIZ
CÁDIZ |
Para María Paz y Manolo
Después de tanto tiempo, vastas edades, siglos, migraciones allí sorprendidas frente al vocerío de las aguas sin límite y asentadas en su espera hasta confundirse con el polvo calcáreo, hasta no dejar otra huella que sus muertos vestidos con abigarrados ornamentos de origen incierto, escarabajos egipcios, pomos con ungüentos fenicios, armas de la Hélade, coronas etruscas, después de tales cosas, la piedra ha venido a ser una presencia de albas porosidades, laberintos minúsculos, ruinas de minuciosa pequeñez, de brevedad sin término, y así las paredes, los patios, las murallas, los más secretos rincones, el aire mismo en su labrada transparencia también horadado por el tiempo, la luz y sus criaturas. Y llego a este lugar y sé que desde siempre ha sido el centro intocado del que manan mis sueños, la absorta savia de mis más secretos territorios, reinos que recorro, solitario destejedor de sus misterios, señor de la luz que los devora, herencia sobre la cual los hombres no tienen ni la más leve noticia, ni la menor parcela de dominio. Y en el patio donde jugaron mis abuelos, con su pozo modesto y sus altos muros labrados como madréporas sin edad, en la casa de la calle de Capuchinos me ha sido revelada de nuevo y para siempre la oculta cifra de mi nombre, el secreto de mi sangre, la voz de los míos. Yo nombro ahora este puerto que el sol y la sal edificaron para ganarle al tiempo una extensa porción de sus comarcas y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia para que nada ni nadie intente en vano desheredarme una vez más de lo que sido “el reino que estaba para mí”. |
viernes, 1 de marzo de 2013
Biblioteca particular
Biblioteca particular
(Jack London, The Sea-Wolf)
Comparecen los libros en lugares
anómalos, se juntan
con indolente asimetría:
un tropel
de vestigios locuaces,
pendencieros, irresolutos, lerdos.
He pugnado con ellos
durante muchos años: los he visto nacer,
durar, languidecer. Han resistido
intemperies, saqueos, turbamultas.
Algunos llevan dentro
la ponderada prueba de mi envidia,
los más el distintivo
incorregible de la decepción.
Mi error fue abrir un día un libro.
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