IV
Comprendo que tus besos
Jamás han de ser míos,
Comprendo que en tus ojos
No me he de ver jamás,
Y te amo y en mis locos
Y ardientes desvaríos
Bendigo tus desdenes,
Adoro tus desvíos,
Y en vez de amarte menos
Te quiero mucho más.
A veces me pregunto
qué se hizo de todo cuando nada.
De la puerta del mar en donde el mundo acaso.
De la exquisita voz de Leonor.
De la vida que fuera trazada con compás.
De la guerra del Cáucaso.
De esa niña que, torpe, me lamiera la espalda.
Del oro de la música en hilos como notas.
Del Abel que no hallo o igual de su asesino.
Qué se hizo, quizás, el dios de los aztecas.
De las calles que un día pisara en Buenos Aires.
Del signo que ya nunca se impregnará en mi frente.
De esa triste balada que emitieron mis labios.
Del agua en la vigilia o también de la sed.
Qué se hizo de mí o si yo mismo
sigo pensando esto entre la ausencia.
Oda sáfica | ||
Dulce vecino de la verde selva, Huésped eterno del abril florido, Vital aliento de la madre Venus, Céfiro blando; Si de mis ansias el amor supiste, Tú, que las quejas de mi voz llevaste, Oye, no temas, y a mi ninfa dile, Dile que muero. Filis un tiempo mi dolor sabía; Filis un tiempo mi dolor lloraba; Quísome un tiempo, mas ahora temo, Temo sus iras. Así los dioses con amor paterno, Así los cielos con amor benigno, Nieguen al tiempo que feliz volares Nieve a la tierra. Jamás el peso de la nube parda Cuando amanece en la elevada cumbre, Toque tus hombros ni su mal granizo Hiera tus alas. ♥ |
Desayuno con poesía.