ARQUITECTA
cómo duele
esta impensada calma
esta perfecta geometría
esta arquitectura
esta precisión
con la que lentamente
construyes
un mundo sin mí
CONFORMIDAD |
¡Cuánto, Señor, te debo por todos los momentos
en que pudiste hacerme sufrir y no lo hiciste! Las horas del dolor suman tiempos tan lentos que más que por la edad se enveceje por triste. |
EL LOBITO BUENO |
Érase una vez
un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez. Cuando yo soñaba un mundo al revés. Barcelona, 1928 |
INVITACIÓN A LA MUERTE |
Ven, méteme mano
por la honda vena oscura de mi carne. Dentro, se cuajará tu brazo con mi sombra; se hará piedra de noche, seca raíz de sangre... Coagulada la fuente de mi pecho, para pedir ayuda subirá a mi garganta. ¡Niégasela si es vida! ¡Clávame más tu brazo!... ¡Crúzamelo! ¡Atraviésame! Aunque me cueste el árbol de mi cuerpo, condúceme a ti, muerte. |
TODAVÍA |
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado y la noche es un puñado de estrellas y de alegría palpo gusto escucho y veo tu rostro tu paso largo tus manos y sin embargo todavía no lo creo tu regreso tiene tanto que ver contigo y conmigo que por cábala lo digo y por las dudas lo canto nadie nunca te reemplaza y las cosas más triviales se vuelven fundamentales porque estás llegando a casa sin embargo todavía dudo de esta buena suerte porque el cielo de tenerte me parece fantasía pero venís y es seguro y venís con tu mirada y por eso tu llegada hace mágico el futuro y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido y si beso la osadía y el misterio de tus labios no habrá dudas ni resabios te querré más todavía. |
INSINUACIÓN |
Oh, ven, ven, ¿a qué esperas?
Los árboles te llaman agitando sus miembros infinitos. La tierra abre sedienta la boca, y modifica la incómoda postura de sus muslos. Sus párpados entoldan los tejados. Alborotan los niños de la escuela. Se hace más tersa y suave la mejilla frutal de las mujeres. Y acarician mi frente anubarrada, barriéndola de duros pensamientos los plumeros de seda de la brisa. Oh, ven pronto a adormecer -silencio- nuestros sueños, contándoles tu historia sin sentido, tan casta y voluptuosa, toda de besos mudos y calladas sorpresas. |
Desayuno con poesía.