domingo, 4 de mayo de 2014

Mirada de Jerez





Mirada de Jerez

Ramón López Velarde se levanta al amanecer.
El cuarto del hotel es reducido, maloliente y azul.
Se afeita, con pulida hoja libre, ante un espejo que por instantes
le devuelve la mirada de Jerez en el agua del pozo.
El calor aumenta. Con parsimonia se pone el traje negro.
No entrega la llave ni se despide de la encargada,
una muchacha que se abanica el rostro con la falda.
Se aleja por calles pedregosas, viendo siempre a las sombras que,
proyectadas en el suelo, le sugieren niños erizados en las bardas,
selvas en la espesura de las bugambillas, palmeras
con racimos minerales.

Sigue sin levantar la frente. Niega lo que pasa en el cielo.
Oye sus pasos retumbar en las piedras, advierte
que las piedfras se hacen polvo y que el polvo
se transforma en arena blanca.
Un olor a brea invade sus pulmones.
Los síntomas de asfixia huyen como cangrejos.
El golpe de las olas le llega a la cintura.
Alza por fin los ojos.
El golpe de las olas le moja la corbata.
Vive otra vez la angustia que sintiera en la pila bautismal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario