
Para un cuadro de Agustin Ubeda
Greciano el caballero, de luto, y una dama.
El la mira pecando. Por un juego de espejos,
hay más damas -él piensa- que en la cama
desnudas se deleitan en tirarle los tejos.
Delante del camastro de colchas historiadas
el hidalgo mirón cata y mide muriente
la traza a la manola, su bella contendiente
de rostro paliducho y esferas sonrosadas.
El pubis de abanico rizado en miniatura
le tiene embelesado. (Ella mira hacia el techo,
temiendo que esta cita retrase la del cura.)
Y al fin el caballero, su honor en descalabro,
de ardores imposibles se desploma en el lecho.
La maja da un suspiro y apaga el candelabro.
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