
Al lento sol que baja hacia la tarde
ceder, abandonarse.
Declinación.
El flujo de vivir
se ha ido deteniendo imperceptible
como el borde del vuelo o la caricia.
Aún dura leve lo que fuera huella
de su tacto tenue.
No sé si salgo o si retorno.
¿Adónde?
El fin es el comienzo.
Nadie
me dice adiós. Nadie me espera.
Entrar ahora en el poniente,
ser absorbido en luz
con vocación de sombra.
Y tú, que me has amado, sacrifica
a las divinidades de la noche
lo más puro de mí
que en tu secreto reino sobreviva.
Precioso Poema.
ResponderEliminarSublime.
Besos.
Ya te lo dije que iba a venir, y aquí estoy.
ResponderEliminarAhora te lo confieso me encanta la poesía.
Un besito y nos seguimos.