jueves, 18 de septiembre de 2014
Este jueves
Este jueves depende de tu boca.
Debes cuidarlo igual que un parque a un niño,
como cuida el otoño cada hoja
y le procura el aire necesario
para que se reúna con las otras.
Mira este jueves. No lo sabe. Míralo
acercarse a nosotros entre sombras.
y ocupar la ciudad como un ejército
que no pensara nunca en su derrota.
Será jueves en todo. Está de paso
pero quiere vivir de luces propias.
Entrará en la oficina de mañana,
a mediodía contará sus horas
y se quedará al norte de las cartas
que desde que se escriben son remotas.
Mira cómo se acerca hasta nosotros:
viste de azul y herencias sigilosas,
establece su número y su luna
¡el tiempo siendo jueves en las cosas!
Cuídalo tú que puedes, no le dejes
que tal día haga un año en la memoria.
Mira cómo se acerca a la ventana
sin saber que depende de tu boca.
Para pasar un día con nosotros
ha salido este jueves de sus sombras.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
LA VOZ A TI DEBIDA Versos 2018 a 2046
no te encontraba nunca.
Me fui a tu encuentro
por el dolor.
Tú no venías por allí.
Me metí en lo más hondo
por ver si, al fin, estabas.
Por la angustia,
desgarradora, hiriéndome.
Tú no surgías nunca de la herida.
Y nadie me hizo señas
—un jardín o tus labios,
con árboles, con besos—;
nadie me dijo
—por eso te perdí—
que tú ibas por las últimas
terrazas de la risa,
del gozo, de lo cierto.
Que a ti se te encontraba
en las cimas del beso
sin duda y sin mañana.
En el vértice puro
de la alegría alta,
multiplicando júbilos
por júbilos, por risas,
por placeres.
Apuntando en el aire
las cifras fabulosas,
sin peso, de tu dicha.
martes, 16 de septiembre de 2014
Posesión de tu nombre
Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
«Ven»: y tú llegas quedo;
«vete»: y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
Pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.
lunes, 15 de septiembre de 2014
Sonnet 15: When I consider everything that grows
When I consider everything that grows
Holds in perfection but a little moment,
That this huge stage presenteth nought but shows
Whereon the stars in secret influence comment;
When I perceive that men as plants increase,
Cheered and check'd even by the selfsame sky,
Vaunt in their youthful sap, at height decrease,
And wear their brave state out of memory;
Then the conceit of this inconstant stay
Sets you most rich in youth before my sight,
Where wasteful Time debateth with Decay
To change your day of youth to sullied night;
And all in war with Time for love of you,
As he takes from you, I engraft you new.
domingo, 14 de septiembre de 2014
Oro, incienso y mirra
Incienso te ofrecí,
al tenderte en mi lecho
tú, mirra me ofrendaste
al estrechar tu cuerpo
junto al mío
Rey Midas me sentí
aquella noche
tus rizos en mis dedos
eran bucles de oro.
sábado, 13 de septiembre de 2014
LA CASA AMARILLA
Sórdidas pensiones, estancadas al amanecer.
Con la nariz fría y las manos aún
más frías, mi amor con todo el pelo frío,
a un lado un lavabo de loza desportillada
y un agua más fría que mi propio amor.
Pensiones, quién os viera de mañana,
los visillos echados sobre el vidrio torpemente,
lejos ya del rubor, la cama revuelta,
un sudor barato y gratificante.
Mi amor se ha puesto torcidas las medias.
Tiembla su pequeño cuerpo de niña,
su cinturita que cabe en mis manos.
Aun con los ojos sucios, qué hermosa
me resulta, más delgada que ayer.
Las doce menos cinco en mi reloj.
viernes, 12 de septiembre de 2014
CANCION
TÚ, a la que no declaro
las noches que paso en vela.
cuya esencia me fatiga
como el mecer de una cuna.
Tú, que tampoco me dices
si por mi son tus desvelos.
Mira, ¿y si sobrellevásemos
esta sed que es nuestro ornato
sin procurar apagarla?
Pues repara en los amantes,
aun no bien la confesión
inician que pronto mienten.
Tú llenas mi soledad.
Te imagino siempre nueva:
a rato eres tú sola,
y a veces ese murmullo
o ese etéreo perfume.
A todas, ay, he perdido
entre mis brazos, Mas tú,
tu naces siempre de nuevo.
Porque nunca te retuve,
firmemente te conservo.
jueves, 11 de septiembre de 2014
FOTOGRAFÍA DEL 11 DE SEPTIEMBRE
Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas:
uno, dos, todavía unos cuantos
más arriba, más abajo.
La fotografía los mantuvo con vida,
y ahora los conserva
sobre la tierra, hacia la tierra.
Todos siguen siendo un todo
con un rostro individual
y con la sangre escondida.
Hay suficiente tiempo
para que revolotee el cabello
y de los bolsillos caigan
llaves, algunas monedas.
Siguen ahí, al alcance del aire,
en el marco de espacios
que justo se acaban de abrir.
Sólo dos cosas puedo hacer por ellos:
describir ese vuelo
y no decir la última palabra.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
martes, 9 de septiembre de 2014
La Literatura
–Déjalo todo, y sígueme.
Colgaba desde el cielo
un manojo de dátiles maduros.
Y los quiso.
Pero quiso también
cuidar al gato romo,
deshojar las traviesas
del oro de los puentes,
darle cuerpo a un tullido,
ponerse en la cintura
un mirlo de satén...
Y levantar las hojas
de hierro de la casa,
y mullir las ventanas
con un hilo de abril.
Colgaba desde el cielo
un manojo de dátiles maduros.
Y los quiso.
Pero quiso también
cuidar al gato romo,
deshojar las traviesas
del oro de los puentes,
darle cuerpo a un tullido,
ponerse en la cintura
un mirlo de satén...
Y levantar las hojas
de hierro de la casa,
y mullir las ventanas
con un hilo de abril.
–Déjalo todo, y sígueme, le dijo Jesús al joven rico.
Pero estaban la madre, las heridas,
la luna como un plato,
las moscas, las sirenas, el mantel...
Pero estaban la madre, las heridas,
la luna como un plato,
las moscas, las sirenas, el mantel...
Ahora sólo los dátiles, cumplidos,
todavía en el cielo.
Y no hay tiempo.
Y es tan tarde y nos llueve.
Y no hay tiempo.
Y es tan tarde y nos llueve.
–Déjalo todo. Sígueme.
Y tal vez no haya dátiles,
ni estrella, ni cielo,
ni jardín.
ni estrella, ni cielo,
ni jardín.
lunes, 8 de septiembre de 2014
Elegía de Cádiz
Amarrada a la costa como una clara nave,
Cádiz, la pobre y triste rosa de las cenizas,
azul, el mar o el cielo, algunos ojos,
rojo, el hibiscus, el geranio tímido,
y lo demás, paredes roídas, alma muerta.
Puerto de los cerrojos, de las rejas cerradas,
de los patios secretos serios como las tumbas,
la miseria manchando como sombra
la dentadura antigua de una ciudad radiante
que tuvo claridad de diamante y espada.
Oh congoja del papel sucio que el viento
enarbola y abate, recorre las calles pisoteado
y luego cae al mar, se consume en las aguas,
último documento, pabellón del olvido,
orgullo del penúltimo español.
La soberbia se fue de los pobres roperos
y ahora una mirada sin más luz que el invierno
sobre los pantalones pulcramente parchados.
Sólo la lotería grita con mentira de oro:
el 8-9-3 el 7-0-1
el esplendor de un número que sube en el silencio
como una enredadera los muros de las ruinas.
De cuando en cuando golpea la calle un palo blanco.
Un ciego y otro ciego. Luego el paño mortuorio
de seis sotanas. Vámonos. Es hora de morir.
domingo, 7 de septiembre de 2014
De la diversa Andalucía
Cuántas cosas. Lucano que amoneda
el verso y aquel otro la sentencia.
La mezquita y el arco. La cadencia
del agua del Islam en la alameda.
Los toros de la tarde. la bravía
música que también es delicada.
La buena tradición de no hacer nada.
Los cabalistas de la judería.
Rafael de la noche y de las largas
mesas de la amistad. Góngora de oro.
De las Indias el ávido tesoro.
Las naves, los aceros, las adargas.
Cuántas voces y cuánta bizarría
y una sola palabra. Andalucía.
sábado, 6 de septiembre de 2014
viernes, 5 de septiembre de 2014
Guadalquivir
¿Resucitan los ríos? ¿Van al paraíso? ¡Entonces, tú lo sabías, Guadalquivir del amanecer, en un viaje mío del Madrid de la tierra a la Sevilla del cielo; luminoso y tranquilo Guadalquivir bajo el inmenso carmín inflamado del cielo!
¿O es que ya subimos los dos de la tierra y estamos en el paraíso nuestro Guadalquivir? Si recuerdo y suelo son iguales de falsos o de verdaderos ¿quién sabe, río del alba en Peñaflor, entre álamos blancos y luces eléctricas de calle al campo, dónde estamos de verdad ahora?
No sé. Ni sé si te estoy viendo, si te estoy recordando, o si te estoy soñando. Tu me rodeas bello la emoción, entrando y saliendo del sueño a la realidad y de la realidad al recuerdo, por un maravilloso paisaje momentáneo que no sé en qué Andalucía de cuándo, ni de dónde vi.
(de Elegías Andaluzas)
jueves, 4 de septiembre de 2014
A LA ORILLA DEL ARROYO IV
IV
Fuime por aquellos valles,
fuíme por aquellas vegas;
mas…¡mi corazón estaba
muriéndose de tristeza,
que odiosas me eran las flores
y odiosas las fuentes me eran.
Torné junto el arroyuelo
donde a la doncella viera….
El arroyo encontré al punto,
¡mas no encontré la doncella!
Pasaron días y días,
y hasta semanas enteras,
y yo no paso ninguna
sin que al arroyo no vuelva;
pero ¡ay!, que la pastorcica
mis ojos allí no encuentran,
lavándose las sus manos,
peinándose las sus trenzas.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
A la orilla del arroyo III
III
-Si no te placen las flores,
vente conmigo siquiera,
y allá, bajo las encinas,
sentadicos en la yerba,
contaréte muchos cuentos,
contaréte cosas buenas.
-Pues eso menos me place,
porque el cura de la aldea
no quiere que con mancebos
vayan al campo doncellas.–
Tal dijo la pastorcica
y no pude convencerla
con estas y otras razones,
con estas y otras promesas.
Partíme desconsolado,
y prorrumpiendo en querellas
lloré por la pastorcica
que sin darme otra respuesta,
siguió a orilla del arroyo
entre enojada y contenta,
lavándose las sus manos,
peinándose las sus trenzas.
martes, 2 de septiembre de 2014
A LA ORILLA DEL ARROYO II
II
-Pastorcica de mis ojos,
admirado la dijera-,
Dios te guarde por hermosa;
bien te lavas, bien te peinas.
Aquí te traigo estas flores
cogidas en las pradera;
sin ellas estás hermosa
y estaráslo más con ellas.
-No me placen, mancebico,
respondióme la doncella,
no me placen, que me bastan
las flores que Dios me diera.
-¿Quién te dice que las tienes?
¿Quién te dice que eres bella?
-Me lo dicen los zagales
y las fuentes de estas vegas.–
Así habló la pastorcica
entre enojada y risueña,
lavándose las sus manos,
peinándose las sus trenzas.
lunes, 1 de septiembre de 2014
A LA ORILLA DEL ARROYO
I
Una mañana de mayo,
una mañana muy fresca, entréme por estos valles, entréme por estas vegas. Cantaban los pajaritos. olían las azucenas eran azules los cielos y claras las fuentes eran. Junto a un arroyo más claro que un espejo de Venecia, hallara una pastorcica, una pastorcica bella. Azules eran sus ojos, dorada su cabellera, sus mejillas como rosas y sus dientes como perlas. Quince años no más tendría y daba placer el verla, lavándose las sus manos, peinándose las sus trenzas. |
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