lunes, 9 de septiembre de 2013

La última careta



LA ÚLTIMA CARETA

La miseria se ríe con sórdida chuleta,
Su perro lazarillo le regala un festín.
En sus funambulescos calzones va un poeta,
Y en su casaca el huérfano que tiene por Delfín.

El hambre es su pandero, la luna su peseta
Y el tango vagabundo su padre nuestro. Crin
De león, la corona. Su baldada escopeta
De lansquenete impávido suda un fogoso hollín.

Va en dominó de harapos, zumba su copla irónica.
Por antifaz le presta su lienzo la Verónica.
Su cuerpo, de llagado, parece un huerto en flor.

Y bajo la ignominia de tan siniestra cáscara,
Cristo enseña a la noche su formidable máscara
De cabellos terribles, de sangre y de pavor.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Se prohibe



Se prohíbe

"Se prohíbe pegar carteles
en la tarde." (Proclama el cartel,
pegado a un poste también imperativo).

En los portales yo escribo lunas nuevas
y viejas. Prominentes paredes, oscuras
siempre, cubren a los postes
con la dificultad de hallar
mis letras; despegadas
letras del atardecer, que conspiran
en la noche, contra la muerte,
en el cartel humano congregadas.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Se lavaron sus heridas en el agua del mar...



Se lavaron sus heridas en el agua del mar y ahora están sentados en la arena mientras los centinelas vigilan desde lo alto de las dunas.

Es éste el precio de la paz cuando el amanecer se acerca y el miedo de morir es ese más humano de no vivir bastante.

La penumbra que aún esconde las aguas huele a algas pisadas y a agallas y tiene el poder inesperado de hacer hinchar los músculos pobres.

Si apartásemos el casi inaudible batir de la ola podríamos decir que el silencio cierra todo el horizonte y enseguida es absoluto cuando el primer arco del  
sol comienza a alzarse.

El mundo durante el minuto siguiente va a quedar rojo cereza y los hombres y las mujeres parecen flotar en el interior de un horno y son inmortales.

Distante creeríamos el año de 1993 y sin embargo aún es su tiempo.

Pero sueltas dispersas esperanzas sobreviven a los muertos interminables y a la sangre tanto que el sol encuentra en la playa una tribu que reposa entre dos  
batallas.

Y no ya como tantas veces antes un rebaño de carneros fugitivos con llagas de vergüenza en el lugar de los cuernos arrancados.

Oh, elocuentemente diríamos, oh, si no fuera preferible que recorriéramos la playa manchada de sangre diciendo algunas y discretas palabras en voz baja  
amigos míos.

Tanto más que desde el lado del mar se acerca volando el primer bando de gaviotas que desde hace mucho tiempo se ve en esta tierra ocupada.

Señal de que tal vez nos reconozca finalmente la vida y de que no todo se ha perdido en las humillaciones que consentimos algunas veces cómplices.

Están ahora sobre nosotros las gaviotas mirándonos desde lo alto y suspenden un poco sus cabezas para contemplarnos mejor y decidir quienes somos.

Entre tanto el sol ha salido completo de la madrugada mientras malheridos nos erguimos y los centinelas gritan porque el enemigo se acerca.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Escena final



He dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a morir

la eternidad es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en la noche de la carne

soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad ferozmente cercada por la vida

o tal vez no soy nada
sólo el insomnio y la brillante indiferencia de los astros

desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra

hielo primaveral
y una espina de sangre
en el ojo de la rosa

jueves, 5 de septiembre de 2013

Where is my man?



Nunca te tengo tanto como cuando te busco
sabiendo de antemano que no puedo encontrarte.
Sólo entonces consiento estar enamorada.
Sólo entonces me pierdo en la esmaltada jungla
de coches o tiovivos, cafés abarrotados,
lunas de escaparates, laberintos de parques
o de espejos, pues corro tras de todo
lo que se te parece.
De continuo te acecho.
El alquitrán derrite su azabache,
es la calle movible taracea
de camisas y niquis, sus colores comparo
con el azul celeste o el verde malaquita
que por tu pecho yo desabrochaba.
Deliciosa congoja si creo reconocerte
me hace desfallecer: toda mi piel nombrándote,
toda mi piel alerta, pendiente de mis ojos.
Indaga mi pupila, todo atisbo comprueba,
todo indicio que me conduzca a ti,
que te introduzca al ámbito donde sólo tu imagen
prevalece y te coincida y funda,
te acerque, te inaugure y para siempre estés.

miércoles, 4 de septiembre de 2013



A Federico García Lorca

Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
como despojo del mar
se encuentra un niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores
tirando de las maromas
amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

martes, 3 de septiembre de 2013

DANOS HOY LA PAVIA DEL MEDIODÍA





DANOS HOY LA PAVIA DEL MEDIODIA

A mi amigo Antonio Reguera, el mejor guitarrista de Cádiz incluyendo Gibraltar.

Hoy empieza un nuevo día
Y comienzo a hacer poesía
Hoy me llena de alegría
reirme de mi tontería
Hoy buscaré la pavía
y la cama al mediodía
Hoy hay pan de cada día
para mí y pa mi María.
Buenos días con poesía:.

José Luis Martínez Hens


lunes, 2 de septiembre de 2013

El hombre imaginario



El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario

domingo, 1 de septiembre de 2013

Una florecilla morada



Una florecilla morada
Se asoma al mes de abril
Con presentación muy sutil:
Es bella y casi nada


Jorge Guillen

sábado, 31 de agosto de 2013

TORERILLO EN TRIANA


Torerillo en Triana,
      frente a Sevilla.
Cántale a la sultana
      tu seguidilla.
Sultana de mis penas
      y mi esperanza.
Plaza de las Arenas
      de la Maestranza.
Arenas amarillas,
      palcos de oro.
Quién viera a las mulillas
      llevarme el toro.
Relumbrar de faroles
      por mí encendidos.
Y un estallido de oles
      en los tendidos.
Arenal de Sevilla,
      Torre del Oro.
Azulejo a la orilla
      del río moro.
Azulejo bermejo,
      sol de la tarde.
No mientas, azulejo,
      que soy cobarde.
Guadalquivir tan verde
      de aceite antiguo.
Si el barquero me pierde
      yo me santiguo.
La puente no la paso,
      no la atravieso.
Envuelto en oro y raso
      no se hace eso.
Ay, río de Triana,
      muerto entre luces,
no embarca la chalana
      los andaluces.
Ay, río de Sevilla,
      quién te cruzase
sin que mi zapatilla
      se me mojase.
Zapatilla escotada
      para el estribo.
Media rosa estirada
      y alamar vivo.
Tabaco y oro. Faja
      salmón. Montera.
Tirilla verde baja
      por la chorrera.
Capote de paseo.
      Seda amarilla.
Prieta para el toreo
      la taleguilla.
La verónica cruje.
      Suenan caireles.
Que nadie la dibuje.
      Fuera pinceles.
Banderillas al quiebro.
      Cose el mihura
el arco que le enhebro
      con la cintura.
Torneados en rueda,
      tres naturales.
Y una hélice de seda
      con arrabales.
Me perfilo. La espada.
      Los dedos mojo.
Abanico y mirada.
      Clavel y antojo.
En hombros por tu orilla,
      Torre del Oro.
En tu azulejo brilla
      sangre de toro.
Si salgo en la Maestranza,
      te bordo un manto,
Virgen de la Esperanza,
      de Viernes Santo.
Adiós, torero nuevo,
      Triana y Sevilla,
que a Sanlúcar me llevo
      tu seguidilla.

viernes, 30 de agosto de 2013

A UN POETA MUERTO:

Así como en la roca nunca vemos 
La clara flor abrirse, 
Entre un pueblo hosco y duro 
No brilla hermosamente 
El fresco y alto ornato de la vida. 
Por esto te mataron, porque eras 
Verdor en nuestra tierra árida 
Y azul en nuestro oscuro aire.

Leve es la parte de la vida 
Que como dioses rescatan los poetas. 
El odio y destrucción perduran siempre 
Sordamente en la entraña 
Toda hiel sempiterna del español terrible, 
Que acecha lo cimero 
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer 
Con algún don ilustre 
Aquí, donde los hombres 
En su miseria sólo saben 
El insulto, la mofa, el recelo profundo 
Ante aquel que ilumina las palabras opacas 
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras, 
Vivo estabas como un rayo de sol, 
Y ya es tan sólo tu recuerdo 
Quien yerra y pasa, acariciando 
El muro de los cuerpos 
Con el dejo de las adormideras 
Que nuestros predecesores ingirieron 
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria, 
Sombras son estos hombres 
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra; 
La muerte se diría 
Más viva que la vida 
Porque tú estás con ella, 
Pasado el arco de tu vasto imperio, 
Poblándola de pájaros y hojas 
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora. 
Mira los radiantes mancebos 
Que vivo tanto amaste 
Efímeros pasar junto al fulgor del mar. 
Desnudos cuerpos bellos que se llevan 
Tras de sí los deseos 
Con su exquisita forma, y sólo encierran 
Amargo zumo, que no alberga su espíritu 
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue, 
Como entonces, tan mágico, 
Que parece imposible 
La sombra en que has caído. 
Mas un inmenso afán oculto advierte 
Que su ignoto aguijón tan sólo puede 
Aplacarse en nosotros con la muerte, 
Como el afán del agua, 
A quien no basta esculpirse en las olas, 
Sino perderse anónima 
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías 
La realidad más honda de este mundo: 
El odio, el triste odio de los hombres, 
Que en ti señalar quiso 
Por el acero horrible su victoria, 
Con tu angustia postrera 
Bajo la luz tranquila de Granada, 
Distante entre cipreses y laureles, 
Y entre tus propias gentes 
Y por las mismas manos 
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria; 
Un viento demoníaco le impulsa por la vida, 
Y si una fuerza ciega 
Sin comprensión de amor 
Transforma por un crimen 
A ti, cantor, en héroe, 
Contempla en cambio, hermano, 
Cómo entre la tristeza y el desdén 
Un poder más magnánimo permite a tus amigos 
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz, 
Busque otros valles, 
Un río donde del viento 
Se lleve los sonidos entre juncos 
Y lirios y el encanto 
Tan viejo de las aguas elocuentes, 
En donde el eco como la gloria humana ruede, 
Como ella de remoto, 
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado 
El puro amor de un dios adolescente 
Entre el verdor de las rosas eternas; 
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra, 
Tras de tanto dolor y dejamiento, 
Con su propia grandeza nos advierte 
De alguna mente creadora inmensa, 
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria 
Y luego le consuela a través de la muerte.

jueves, 29 de agosto de 2013

Dicen que me case yo:



Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
Más quiero vivir segura
en esta sierra a mi soltura,
que no estar en la aventura
 de si casaré bien o no.
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
Madre, no seré casada
por no ver vida cansada,
o quizá mal empleada
la gracia que Dios me dio.
Dicen que me case yo:
no quiero marido, no.
No será ni es nacido
tal para ser mi marido;
y pues que tengo sabido
que la flor ya me la ,
dicen que me case yo:
no quiero marido, no.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Agua de remanso



Agua de remanso

Ternura: honda manera
cristalina de mi ser.
Agua de remanso, brisa
mansa, luz de amanecer.

Nunca es la pena que muerde.
Jamás la turbia esquivez,
el apego al gris, la fría
concha que enciende en el alma
una brasa de malogro.

Es el gusto de la vida,
amor a la claridad,
canción de fiesta los lances
triviales de cada día.

Puede ser melancolía:
más serena en su verdad.
Apaciguado conmigo,
mi ser me sabe y me planta
en el fulcro de la vida.

Soy: estoy y canto.

martes, 27 de agosto de 2013

No me digas que te has dejado el coñac
























NO ME DIGAS QUE TE HAS DEJADO EL COÑAC

Nada,
écha mano del coñac.
no me digas que ahora prescindes
y vas
por el mundo a cuerpo.
Montonadas de polvo
tanta conjura oratoria vermicular
lustres eméticos
cólicos
medio seupultos
piadosas autoridades
que descienden
el bien
como besos intáctiles
aguas timoladas
una gota de sangre
y el bestial
estupor
de las señoras.
Ayes diestramente bajo la m molecular
de las familias
la buena fe
de los poderes
salud interior-glucosas
e ínclitas
diabetes seculares
pueblos cegados y la muerte demorada
ser hombre con el aburrimiento de un liceo
envilecer un escote millonario
y el presidio-amor.
jardines untándose de rosas
membranas humanas
de obcecación
el heroísmo vano
la ignorancia congestionándose
hombres con el ropero y el corazón oficial,
pasado mañana
un mes
sobrevivir
la caries
la decencia
el matrimonio
las ocho y treintaiocho
febrero
los martes
la impotencia
¡no me digas que te has dejado el coñac!

Vicente Verdú, Poleo Menta

lunes, 26 de agosto de 2013

Romance del Reino Perdido


Las huestes de don Rodrigo
desmayaban y huían
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas
y del real se salía,
solo va el desventurado,
sin ninguna compañía;
el caballo de cansado
ya moverse no podía,
camina por donde quiera
sin que él le estorbe la vía.
El rey va tan desmayado
que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre,
que verle era gran mancilla;
iba tan tinto de sangre
que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,
que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra
de los golpes que tenía;
el almete de abollado
en la cabeza se hundía;
la cara llevaba hinchada
del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,
el más alto que veía;
desde allí mira su gente
cómo iba de vencida;
de allí mira sus banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados
que la tierra los cubría;
mira por los capitanes,
que ninguno aparecía;
mira el campo tinto en sangre,
la cual arroyos corría.
Él, triste de ver todo esto,
gran mancilla en sí tenía,
llorando de los sus ojos
de esta manera decía:
«Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados
y gente que me servía,
hoy no tengo ni una almena,
que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
la tan grande señoría,
pues lo había de perder
todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de este cuerpo mezquino,
pues se te agradecería?»

domingo, 25 de agosto de 2013

L´HOMME



L´HOMME

No: toda palabra está demás. ¡Sosiega!
Deja solo de tu voz el silencio anterior.
Cual vago mar a playa desierta, llega
          A mi corazón dolor.
¿Qué dolor? No lo sé. ¿Quién sabe saber qué siente?
Ni un gesto. Sobreviva sólo a cuanto ha de morir
El luar, y la hora, y el vago perfume indolente,
          Y las palabras por decir.

sábado, 24 de agosto de 2013

La misa del amor


Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora,
entre todas la mejor;
viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas
bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca,
un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia,
y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro,
en el credo se perdió;
el abad que dice misa,
ha trocado la lección;
monaguillos que le ayudan,
no aciertan responder, non,
por decir amén, amén,
decían amor, amor.


viernes, 23 de agosto de 2013

Soneto LXXXV


Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.