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NO ME DIGAS QUE TE HAS DEJADO EL COÑAC
Nada,
écha mano del coñac.
no me digas que ahora prescindes
y vas
por el mundo a cuerpo.
Montonadas de polvo
tanta conjura oratoria vermicular
lustres eméticos
cólicos
medio seupultos
piadosas autoridades
que descienden
el bien
como besos intáctiles
aguas timoladas
una gota de sangre
y el bestial
estupor
de las señoras.
Ayes diestramente bajo la m molecular
de las familias
la buena fe
de los poderes
salud interior-glucosas
e ínclitas
diabetes seculares
pueblos cegados y la muerte demorada
ser hombre con el aburrimiento de un liceo
envilecer un escote millonario
y el presidio-amor.
jardines untándose de rosas
membranas humanas
de obcecación
el heroísmo vano
la ignorancia congestionándose
hombres con el ropero y el corazón oficial,
pasado mañana
un mes
sobrevivir
la caries
la decencia
el matrimonio
las ocho y treintaiocho
febrero
los martes
la impotencia
¡no me digas que te has dejado el coñac!
Vicente Verdú, Poleo Menta
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