¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa
costumbre de tus alas que refrescan el aire y renuevan la luz? Sin ti, ni el pan ni el vino, ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso color de la mañana tienen ningún sentido ni para nada sirven. Allá fuera está el mar. Allá fuera, en el mundo, estás tú. Comiendo tú sin mí: tu hambre, tu pan, tu vino y tu mañana. Yo aquí, ante los manteles opacos y la bebida amarga, ante platos sin sabor ni colores. Lo intento, sí, lo intento, pero cómo comer sin ti, ni para qué... Tú te has llevado tu olor a bosque y el gusto de la vida. Fuera están mar y aire. Dentro, yo solo frente a la mesa puesta que ha perdido su voz y su alegría. |
sábado, 18 de enero de 2014
viernes, 17 de enero de 2014
jueves, 16 de enero de 2014
LA CASA DEL PLACER
LA CASA DEL PLACER |
A José Iribarne
que ha gustado conmigo el vino insípido y la carne áspera Alef Como cualquier hijo del hombre, también he entrado un día en la Casa del Placer. La Casa del Placer es amplia y hospitalaria: en ella hay grandes toneles para los bebedores y lechos para los indolentes, En su interior se está a maravilla. Pero en la Casa del Placer hay una extraña costumbre, que no vi en parte alguna. El que consume el vino, debe apurar también las heces; el que come el racimo, debe comer también el escobajo, y el que ama a una mujer hasta devorar su carne, debe cargar después toda la vida ya con su esqueleto. * * * * * Bet La Casa del Placer es una casa donde reina la mejor armonía y donde los desconocidos viven más unidos que los hermanos. Las más duras tareas se realizan allí sin rebeldía, y se consumen con placer los más insípidos manjares. Nunca resuenan voces irritadas ni restallan los látigos, y sin guardianes se mantiene un orden más perfecto que el de las cárceles y los camposantos. En la Casa del Placer cada uno cumple con gusto su tarea, y los más díscolos caracteres se convierten en modelos de mansedumbre. Los que en las casas de los padres rehusaron los platos sazonados, aquí roen alegremente los huesos más duros, y los que esquivan el contacto de las castas esposas, aquí besan con gusto los labios más hediondos; las espaldas más rígidas se curvan aquí llenas de gracia. * * * * * Guimel Durante mucho tiempo, yo he ido al mercado de las cortesanas y he aceptado el trato inicuo que hombres y mujeres hacen sobre su carne. Y he saboreado, sin repugnancia, el placer que se me ofrecía y como un hombre que elige esclavas, así he sido entre las mujeres que se ofrecen. Y he amado alegremente y sin temor a las mujeres desconocidas, y anónimas, todas semejantes como sus sexos emboscados en una misma encrucijada. * * * * * Lamed ¡Oh amigos! El amor de las cortesanas es triste y peligroso; y deja nuestras almas más hambrientas que antes. Para nosotros, ¡oh amigos!, ellas tienen sus cuerpos manifiestos como grandes moles; pero la puertecita de su ternura está cerrada para nosotros. Nuestros brazos pueden ceñir del todo sus cinturas; pero nunca llegarán al hueco pequeñito en que se esconde su corazón y de sus grandes senos no brotará jamás para nosotros una gota tan sólo de dulzura. En las noches de amor, calladamente, yo las he visto, ¡oh, hombres!, torcer sus ojos bajo mis besos y espiar astutamente el instante de nuestro desmayo. * * * * * Vav Como se cansa uno de revolver los naipes, así yo me he cansado de desnudar cuerpos de cortesanas. Cuerpos de bronce o de mármol, sobre los cuales nuestros labios estaban siempre en la superficie y sobre los que éramos como los que golpean murallas fortificadas. Al fin, ¡oh amigos!, me he cansado de abrazar simulacros y de levantar pesos inertes. |
miércoles, 15 de enero de 2014
DEMOCRACIA
DEMOCRACIA |
Otra maldita tarde
de domingo, una de esas tardes que algún día escogeré para colgarme del último clavo ardiendo de mi angustia. En la calle familias con niños, padres y madres sonrosadamente satisfechos de su recién cumplido deber electoral; gente encorvada sobre radios que escupen datos, porcentajes en los bancos. Corderos de camino al matadero dándole a escoger el arma al matarife. |
martes, 14 de enero de 2014
Los limones
LOS LIMONES |
Escucha, los poetas lauredos
se mueven solamente entre las plantas de nombres poco usados: boj ligustro o acanto. Yo amo los caminos que dan a las herbosas zanjas donde en los charcos medio secos agarran los muchachos alguna anguila exhausta: los senderos que siguen los ribazos, bajan entre penachos de las cañas y llevan a los huertos, entre los limoneros. . Mejor si la algazara de los pájaros engullida por el azul se apaga: más claro se oye el susurro de las ramas amigas en el aire que casi no se mueve, y los sentidos de este olor que no sabe despegarse de la tierra y llueve en el pecho una dulzura inquieta. Aquí de las entretenidas pasiones milagrosamente calla la guerra, aquí también a los pobres nos toca nuestra parte de riqueza y es el olor de los limones. . Ves, en este silencio en que las cosas se abandonan y próximas parecen a traicionar su último secreto, a veces uno espera descubrir un error en la Natura, el punto muerto del mundo, el eslabón que cede, el hilo a desenredar que finalmente nos lleve al centro de una verdad. La mirada escudriña alrededor, la mente indaga acuerda desune en el perfume que desborda cuando más languidece el día. Son los silencios en los que se ve en cada sombra humana que se aleja alguna turbana Divinidad. . Pero falta la ilusión y nos devuelve el tiempo a las ciudades ruidosas donde el azul se muestra sólo a pedazos, en lo alto, entre los cimacios. La lluvia fatiga la tierra, después; se agolpa el tedio del invierno sobre las casas, la luz se vuelve avara, amarga el alma. Cuando un día por un mal cerrado portal entre los árboles de un patio se nos muestra el amarillo de los limones; y el hielo del corazón se derrite, y en el pecho nos vierten sus canciones las trompetas de oro de la solidaridad. |
lunes, 13 de enero de 2014
PALABRAS PARA EL HIJO
PALABRAS PARA EL HIJO
VINIENDO ESTÁS, HIJO, ya tienes imperiosamente abierto tu hueco entre los días,
y me paro a pensar cómo tendré que decirte para pasarte lo que he vivido,
si todavía tus padres apenas sabemos hablar, saltamos por encima de las palabras,
y de la mano andamos, cruzando por largos silencios, como claros de bosque.
TAL VEZ TODO ES INÚTIL y la sangre camina bajo la voz, y nada se puede,
pero yo pienso y pienso en las cosas que todavía mal he aprendido,
y que tendré que enseñarte, porque ya no podré olvidar ni guardar silencio,
ni volver la espalda a lo que fue, para llegar más libre a la esperanza.
DESDE AHORA CUANTO MIRO me exigirá nombre con que poder contarlo;
ya no podré ser ojo mudo, pasmo sin pregunta, guardador de secretos,
y tendré que dejarme llevar por tu mano hasta la misma raya de la ignorancia,
dibujar exactamente a dónde llega el borde del agua de la materia oscura.
PROCURARÉ EMPEZAR POR DECIRTE el respeto que se debe a todas las cosas,
la seriedad de la tierra áspera y su peso húmedo, desmigado entre los dedos,
la admirable cerrazón de la piedra, secretamente conjurada consigo misma,
a veces en un guijarro caminante, como endulzado por el peso de la memoria.Y LA MADERA DÓCIL, viniendo desde el olor y el viento a acurrucarse al calor de la mano,
que acaricia la sabiduría de las formas elementales de la silla y la mesa,
y el tesoro del metal, sus arbitrios industriosos, su cansancio oxidado, su esplendor
cuando con brillos fatídicos conquista su extraña vida de máquina palpitante.
domingo, 12 de enero de 2014
Orlando Furioso Canto V
30
¿Por qué, pues, como amigo y compañero
demandas el respeto ese que entiendas
que a ti te deba, y yo tendría el primero
si de ella más que yo gozases prendas?
No menos por mujer que tú la espero
que, aunque no tenga aquí como tú haciendas,
no soy menos que tú del rey preciado,
y sí más de su hija que tú amado--.
sábado, 11 de enero de 2014
ESCENA
ESCENA
Después de tanto amor, he salido de caza.
Desnuda estás y quieta, como el sol en su colmo,
llena la cabellera de centeno y de trinos,
al pie de un risco joven, al pie de un joven olmo,
y en ti confluyen todos los ríos y caminos.
Desde lejos te miro, y el sol entre las hojas
deja sobre tu cuerpo arroyos de ebria lava,
hoces negras de sombra, hoces de lenguas rojas,
y eres una tigresa cuando el amor se acaba.
Ya estoy sobre una peña. De lejos adivino
tu silueta ondulante como las cañaveras
y esa joya emboscada donde fermenta el vino
en el fíel puntiagudo de tus recias caderas.
Te mereces el corzo que a mis fauces se brinda,
su corazón cobarde como un álamo chico,
sus ojos nebulosos de mirto y de celinda.
El bosque entero mece su ferviente abanico.
Y el conejo veloz, y la gacela suave,
este nido terrestre de codornices cautas,
las tórtolas parejas y ese niño que sabe
amaestrar los trémolos de los canarios nautas.
Por tu amor abro pechos, corto alientos, desgarro
la perezosa tarde con llantos y alaridos.
Eres bella y esperas sobre un lecho de barro
el fruto de los besos y el fruto de los nidos.
Después de tanto amor he salido de caza,
mientras tú, en el sosiego y a la orilla del río,
ves el álamo frágil que su temblor enlaza
al temblor de ese pájaro, que es todo escalofrío.
(De Tigres en el jardín, 1968)
viernes, 10 de enero de 2014
A la amada
A la amada |
Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna la noche las estrellas y la luna, frío el aire y de sombras ya cubierto, donde el llano es selvoso y más desierto lento entonces vagando, una por una, palpo las llagas que la vil fortuna y Amor y el mundo han en mi pecho abierto. Tal vez cansado, apoyo me da un pino o con mis esperanzas, allí donde suena la onda, tal vez hablo y deliro. Mas las iras del mundo y del destino olvidando por ti, por ti suspiro luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde? |
jueves, 9 de enero de 2014
Ítaca
Ítaca
¿Y quién alguna vez no estuvo en Ítaca?
¿Quién no conoce su áspero panorama,
el anillo de mar que la comprime,
la austera intimidad que nos impone,
el silencio de suma que nos traza?
Ítaca nos resume como un libro,
nos acompaña hacia nosotros mismos,
nos descubre el sonido de la espera.
Porque la espera suena:
mantiene el eco de voces que se han ido.
Ítaca nos denuncia el latido de la vida,
nos hace cómplices de la distancia,
ciegos vigías de una senda
que se va haciendo sin nosotros,
que no podremos olvidar porque
no existe olvido para ignorancia.
Es doloroso despertar un día
y contemplar el mar que nos abraza,
que nos unge de sal y nos bautiza como nuevos hijos.
Recordamos los días del vino compartido,
las palabras, no el eco;
las manos, no el diluido gesto.
Veo el mar que me cerca,
el vago azul por el que te has perdido,
compruebo el horizonte con avidez extenuada,
dejo a los ojos un momento
cumplir su hermoso oficio;
luego, vuelvo la espalda
y encamino mis pasos hacia Ítaca.
De: Ensayo General: Ítaca.
poesía completa, 1966-2000
miércoles, 8 de enero de 2014
Oh soberbias colinas sacra ruina
Oh, soberbias colinas, sacra ruina,
que ya sólo de Roma el nombre os queda, pobre despojo en vos ahora se hospeda de tanta gloria excelsa y peregrina. Coloso, arco, teatro, obra divina, pompa triunfal que en vano otra remeda, ceniza vuestra gloria sólo hereda que a vil fábula al fin al vulgo inclina. Así, si bien un tiempo al tiempo guerra hace la obra famosa, a paso lento obra y nombre envidioso el tiempo entierra. Viviré en mis martirios, pues, contento; que si da el tiempo fin a todo en tierra, quizás pueda aún dar fin a mi tormento. |
martes, 7 de enero de 2014
Desgracia de amor
Llorad, piedras, mi dura maladanza:
es de otro la mies de mi labranza. Siembro mi campo y otro la cosecha; cubre mis horas la fatiga en vano; es de otro el ave que mi sed acecha; sólo la pluma quédame en la mano. Otros calman la sed que me despecha; otros ascienden, yo desciendo al llano: llorad, piedras, mi dura maladanza: es de otros la mies de mi labranza. |
lunes, 6 de enero de 2014
A Italia
¡Italia, Italia! ¡Oh tú a quién dio la suerte
el don fatal de la beldad y en ésta de mil males y vil dote funesta! ¡Oh! ¡menos bella fueras o más fuerte! Así o lograras invencible hacerte o no tentaras con tu luz modesta la codicia de aquel que te detesta fingiendo amarte; y que te reta a muerte. ¡No viera los Alpes entonces mil torrentes de armados galos derramar do quiera y que tu noble sangre el Po colora! Ni por el brazo de extranjeras gentes inútilmente combatir, te viera, para servir, vencida o vencedora. |
domingo, 5 de enero de 2014
Semanas
Semanas
Cuántos lunes y martes
en el polvo, detrás, por los caminos.
Serían diferentes entre sí, pero todos
parecían el mismo.
Busco las sillas, las ventanas, los lechos
de la fiebre o el llanto, del diente dolorido,
a esos lunes o martes, y ya todos
están fuera de sitio.
Forman montón de cosas, horas,
piedras, palabras, lápices, destinos,
pero fueron cruzando la puerta de hacia adentro
con mucho frío.
A veces los despierta una canción
antigua, una esquina, un amigo,
y me hace gracia de que todos entonces
me parezcan domingos.
sábado, 4 de enero de 2014
Amor que ves mi pensamiento abierto
Amor, que ves mi pensamiento abierto
y el paso por que ciego en ti me guío, tus ojos dentro pon del pecho mío, a ti expedito, a los demás cubierto. Cuanto sufro en seguirte sabes cierto; mas, surgiendo entre monte y entre río, no adviertes que ya está todo mi brío molido del sendero áspero y yerto. Bien veo yo de lejos la luz suma a que me aguijas por abrupta cima; mas no para volar me diste pluma. Que basta a mi deseo ya y estima que logres que yo amando me consuma y admita ella que yo por ella gima |
viernes, 3 de enero de 2014
De la materia de los taxis
DE LA MATERIA DE LOS TAXIS
De nuevo te esperé en el desconsuelo
de la esquina. Por el bullicio oscuro
iban, venían rojos autobuses,
acharolados taxis que, ocupados,
se detenían un segundo antes
del desencanto. La farola daba
entintado de comic a la espera.
Los taxis están hechos con materia
de soledad, de presurosos besos,
de palabras sin terminar, de rápidos
adioses, de cabezas que se vuelven
como pidiendo auxilio. Cada taxi
va tejiendo y tejiendo su capullo
de seda por las calles, va encerrando
su mariposa entre los hilos tensos
de la ciudad que gime y que lo envuelve.
¿Por qué querer es esperar?. La lluvia
tenaz parpadeaba en el cambiante
neón de Piccadilly y los neumáticos
por el asfalto húmedo sonaban
como el desuello de una piel inmensa.
Todo el desecho de la prisa iba
acumulado en los asientos turbios
de los taxis. Su tántalo destino
era llegar para volver de nuevo.
Los taxis se alimentan de colillas,
de tersos portafolios, de monturas
de gafas, de coronas funerarias,
de perfumados guantes, de pañuelos
inmundos, de paraguas olvidados.
El horizonte de los taxis nace
a espaldas de la luz, está poblado
de sanatorios y consultas, linda
con discos y semáforos, discurre
por negocios y apremios y legajos.
¿A dónde va el amor cuando no acude
a nuestra cita?. Una lenta hilera
de gotas resbalaban por el borde
de la farola anochecida. Un golpe
de tos quebrada restalló muy cerca
de mi bufanda. El viento me azuzaba
los mastines del frío. Y otros taxis
pasaban sin parar, como otras noches,
como todas las noches de mi vida.
Cuando al amanecer se quedan solos
los taxis, se acarician la gastada
tapicería, que conserva algunas
viejas huellas de semen o de lágrimas.
(Londres, 1990) De "Los estados transparentes"
jueves, 2 de enero de 2014
Rojo
ROJO |
Mil flamingos rojos encendieron mi cuerpo entre las
playas Otra vez el veneno de sándalos en mi boca dispersa Transformas el diario como al agua el invierno Del hielo a la humedad hay un temblor apenas Una canción restaurada tantas dudas y rencores pasados Un verano una estación sin intermedios desparrama Soy una lágrima perdida en los estanques que no regresa más al cuaderno encendido al delirio que prende en tus deseos A mi propia salvación entre los versos llego tarde Posas para el mundo Pero no posas para mí Dices adiós al fuego olvidando mi abrigo en un invierno tan crudo que me enferma Siento en tu voz cubana que el dolor regresará por siempre Tiemblo pero regresará por siempre y no sirve de nada Es un toro que desangra en mis recuerdos Varios ensayos para morir en el ruedo Rojo Rojo Rojo y tan púrpura que muero. |
miércoles, 1 de enero de 2014
Noche de miel espesa
Noche de miel espesa |
La noche de miel espesa
me atrapa en su interior de ámbar Sola mujer en lecho solo el corazón apunta al lápiz, al papel para despegar el ojo cerrado del alma. Soy en la gravedad del líquido la mancha oscura, mi pensar tiñe la dulzura densa del higo atrapado en el almíbar Me hundo en la almohada Floto en la melaza borboteante de una memoria. |
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