Da pudor
salir a la calle
con esta pena
polvorienta.
Andar
entre los robles
con esta sombra
a cuestas.
El sol
de septiembre
no tiene piedad
con la tristeza.
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Éstas que fueron pompa y alegría Despertando al albor de la mañana, A la tarde serán lástima vana Durmiendo en brazos de la noche fría. Este matiz que al cielo desafía, Iris listado de oro, nieve y grana, Será escarmiento de la vida humana: ¡Tanto se emprende en término de un día! A florecer las rosas madrugaron, Y para envejecerse florecieron: Cuna y sepulcro en un botón hallaron. Tales los hombres sus fortunas vieron: En un día nacieron y expiraron; Que pasados los siglos, horas fueron. |
Sellado y transparente,
reverberando allí como ese Cristo muerto,
el mar.
No más la piel del mar que ocultara a aquel perro
dormido que, a la sombra de la arena, cobija
todas sus inquietudes.
La chuleta que verá levitar,
por ese mandamiento, sobre el hombro desnudo
de la mujer prohibida.
El pan de cada día que en las guerras
se nos hace más grave.
Y esa trasparencia de la luz,
los relojes que, blandos, avistan hacia nada.
El ojo de Mae West como un péndulo fijo.
El sexo que, cual rosa, viene a dar a la mar.
No más esa mujer, ventana,
observando, tranquila, la cara de la vida
y un montón de pinceles, desnudos,
esperando la muerte, o el ocaso.
Pájaros de otro tiempo están cantando,
claustro dormido, túnel de las letras. Sobre su longitud emocionada, igual que sobre el pecho la vieira, la esperanza ascendida de las torres. El aire las rodea. «Creced, pujad», Gerardo os dijo... Cantan el constelado amor de Compostela, levantan por el aire, que es de todos, el solemne estandarte de la piedra. Aquí se junta el tiempo con la lluvia y pierde pie el silencio en la tristeza. Aquí se moja el alma de la patria –ciudad de mucha historia y mucha niebla–. El inseguro prado de las nubes, los distritos del agua, se le acercan. Novia del aguacero, húmedas van las alas de la tierra. Con los pies en el suelo sueñan las piedras. Con los pies en el suelo. Como todo el que sueña. |
Hija |
me sonríes con todo
con tus pies y tus manos con el aire con tu boca que sigue succionando cuando duermes con tu madre diáfana regalo de la luz con tu madre de piel y aroma y tiempo con tu llanto ese monte que escalas despacio y desde cuya cima te arrojas hacia el sueño como un gorrión al agua me sonríes y entonces yo que te he estado esperando como esperan las vías al tren que las hará destino y música paralelas de pronto en su infinito te sonrío y en mis brazos salimos dos nacidos jugando a inventarse la vida a acariciar al gato que persigue la pelota de lana de algún mundo dos nacidos que inventan el juego de la vida y sonríen mientras pasan las nubes y la lluvia descansa de ser lluvia |
Por toda referencia
en el paisaje que la nieve ha cubierto (las sombras ahora resplandecen) borrado incluso el trecho donde antes caminara el sacerdote, un hombre busca el norte, el sur, el este y el oeste. El hombre, único en el paisaje, busca el norte y el sur y el este y el oeste. |
Van cinco días ya que no te veo,
cinco épocas oyendo el sonido del tren. Cinco rejas de nada envolviendo a una carta. Cinco antidiluvianos zarpazos de extra. Me muevo por la casa... igual que un escorpión borracho y compruebo que el trabajo es mentira. Que es vida falsa cuanto no incluye tu presencia. Que hasta la espera es pan de desconsuelo. Que hasta estas frases con que describo tu vacío, son hielos apagados y casas de ceniza. Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo tu ausencia es una cosa dura como metal tu ausencia es un enorme barranco al que me asomo sin tacto...sordo... y ciego Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz un ruido monstruo que se cuelga en mi oreja un animal sin límites que es todo cicatriz... Y que lame mi vida...y me la deja vieja tu ausencia... Esa cosita que no tiene abuelo... ni apellido... ni forma... ni rodilla... ni pelo... es sin embargo un bulto majestuoso y profundo tu ausencia es una rara cosa que está vaciando a pausas mi lleno corazón y que está abarrotando de vaciedad el mundo Cuando te acuerdes de mi cuerpo y no puedas dormir y te levantes desnuda (en medio de la noche) y camines a tientas por tus habitaciones borracha de estupor y de rabia... en algún lugar de la tierra yo andaré insomne por algún pasillo careciendo de ti toda la noche oyéndote ulular muy lejos y escribiendo... escribiendo... estos degenerados versos. |
Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no. Si amanece la arrogancia de la fuerza y el valor, niño débil y cobarde, niño noche y deserción. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si relumbran los fusiles de la blanca afirmación, niño oscuro, niño inerme, niño niebla y evasión. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si los médicos prescriben la alegría y la salud, niño triste, niño enfermo, sin niñez ni juventud. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si en el quicio de la carne la palabra se escindió, niño niño, niño niña, niño luna, niño sol. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si a la luz de la justicia toda culpa se aclaró, niño bueno, niño malo, sembrador de confusión. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si la lógica decide de la verdad y el error, niño cierto, niño falso, blanco de contradicción. Nazca el niño negativo, nadie, nunca, nada, no. Si entre la carne y el verbo imposible fue el amor, niño nadie, niño nunca, niño nada, niño no |
Observar siempre observar
he venido a este mundo a observar lo lindo y lo feo veo pues todo debo mirar. Observo que gira y gira este mundo sin cesar y aunque miremos y miremos no sabemos dónde va siempre para un mismo lado dónde iremos a parar. Y así como gira un astro día a día siempre igual nunca cambien ciertas cosas que son el mismo ritual al transcurso dc la vida adaptarse es primordial. Observo las injusticias y observo a muchos boludos si de estos dos materiales en todos los tiempos hubo Dios mío cuánta injusticia Dios mío cuántos boludos. Observar siempre observar he venido a este mundo a observar lo lindo y lo feo veo pues todo debo mirar. |
Nada tengo para vosotros, nada.
¿Estos versos, quizá? No son ya míos y no se puede dar lo que no es propio. Qué son los versos sino la manera de engañarnos a solas, de decirnos que fuimos inmortales como dioses en un reino guardado en la memoria. No quise escribir versos porque oigo en cada uno el nombre de una lágrima, el nombre de una pérdida, el sonido de una voz que deseo, como un eco que juega con nosotros y responde desde lejos, desde el lugar contrario donde estuve seguro de encontrarla. Pero una tarde me dejaron solo con el dolor oscuro de una herida que no podía restañar. No estaba visible en parte alguna de mi carne, pero sé dónde están las cicatrices: en estos versos sin deseo escritos en suaves palabras que no curan |
CARTA |
Mi amada
estará pensando en mí: ¡la una de la madrugada! ¿El amor empieza así, cada uno solo en su lecho, sin dormir, y deseando recibir otro balazo en el pecho? El camino clandestino con rumor de sabia nueva y tierra sin pisar, ¿ lleva a buen fin, a buen destino? ¿O es otra vez el ciclón que empieza con un suspiro y que acabará de un tiro partiéndome el corazón? No lo sé. Me temo quo lo sabré cuando estén llenos de azufre los silos de la memoria: ¿Sólo comprende el que sufre? ¿Sólo el dolor tiene historia? ¿O quizás, y todavía, será posible inventar la historia de la alegría? ¡Preguntar y preguntar, desvelado, con azufre en el pasado y fracturas y despojos en donde ponga los ojos! Sin embargo, ¡ah, sin embargo, don Antonio!, por entre un saber amargo aguardo como un demonio que una mujer, desvelada por un secreto y un hombre, ponga mi nombre en su almohada y al fin se duerma dichosa con una mano olvidada orilla a su oscura rosa. ¿No escarmienta la ilusión? ¡La una de la madrugada y el tictac del corazón avanzado, sin dormir y afanoso, por el tiempo misterioso que aún falta para morir! |
seguiste las instrucciones para leer a los árboles
Ernesto Carrión
Desayuno con poesía.