Nada tengo para vosotros, nada.
¿Estos versos, quizá? No son ya míos y no se puede dar lo que no es propio. Qué son los versos sino la manera de engañarnos a solas, de decirnos que fuimos inmortales como dioses en un reino guardado en la memoria. No quise escribir versos porque oigo en cada uno el nombre de una lágrima, el nombre de una pérdida, el sonido de una voz que deseo, como un eco que juega con nosotros y responde desde lejos, desde el lugar contrario donde estuve seguro de encontrarla. Pero una tarde me dejaron solo con el dolor oscuro de una herida que no podía restañar. No estaba visible en parte alguna de mi carne, pero sé dónde están las cicatrices: en estos versos sin deseo escritos en suaves palabras que no curan |
sábado, 21 de junio de 2014
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