Yo no sé qué esperamos los unos de los otros,
ni la razón para tener a mi mano como un fiel aliado. Nada puedo esperar de una mano capaz de señalar al justo y al perverso o escribir poemas en las habitaciones de un verano impregnado de vino y sal y sangre. Sólo, quizá, recordar otra gente que ahora se arrastra entre pájaros muertos y vivir seriamente un calendario cuyas mentiras apenas disimulan lo efímero de su numeración. |
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario