Anécdota |
sábado, 30 de noviembre de 2013
viernes, 29 de noviembre de 2013
Añoranza
Añoranza |
Íbamos en la tarde que caía
rápidamente sobre los caminos. Su belleza, algo exótica, ponía aspavientos en ojos campesinos. -Gozaremos el libro- me decía de tus epigramáticos y finos versos. En el crepúsculo moría un desfile de pájaros marinos... Debajo de nosotros, la espesura aprisionaba en forma de herradura la población. Y de un charco amarillo surgió la luna de color de argento, y a lo lejos, con un recogimiento sentimental, lloraba un caramillo... |
AGUSTINI, DELMIRA |
jueves, 28 de noviembre de 2013
A Ch...
A Ch... |
Si supieras, niña ingrata,
lo que mi pecho te adora; si supieras que me mata la pasión que por ti abrigo; tal vez, niña encantadora, no fueras tan cruel conmigo. Si supieras que del alma con tu desdén ha volado fugaz y triste la calma, y que te amo más mil veces, que las violetas al prado y que a los mares los peces; tal vez entonces, hermosa, oyeras el triste acento de mi querella amorosa; y atendiendo a mi reclamo, mitigaras mi tormento con un beso y un "yo te amo". Si supieras, dulce dueño, que tú eres del alma mía el solo y único sueño; y que al mirar tus enojos, la ruda melancolía baña en lágrimas mis ojos; tal vez entonces me amaras, y con tus labios de niño mis labios secos besaras; y cariñosa y sonriente a mi constante cariño no fueras indiferente. Ámame, pues, niña pura ya que has oído el acento del que idolatrarte jura; y atendiendo a mi reclamo, ven y calma mi tormento con un beso y un "yo te amo". |
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Al Guadalquivir
Al Guadalquivir |
Tú, a quien ofrece el apartado polo,
hasta donde tu nombre se dilata, preciosos dones de luciente plata que envidia el rico Tajo y el Pactolo; para cuya corona, como a solo rey de los ríos, entreteje y ata Palas su oliva con la rama ingrata que contempla en tus márgenes Apolo; claro Guadalquivir, si impetuoso con crespas ondas y mayor corriente cubrieres nuestros campos mal seguros, de la mejor ciudad, por quien famoso alzas igual al mar la altiva frente, respeta humilde los antiguos muros. |
martes, 26 de noviembre de 2013
A CÁDIZ
A CÁDIZ |
No es sueño, es la verdad ¡oh mar! te veo...
no es sueño, es la verdad, ¡estoy contigo!... no es sueño, es la verdad, tus ondas sigo y sacio en contemplarte mi deseo; aquí está la verdad en que yo creo, aquí habita el Señor que yo bendigo, y siento entre estas vívidas montañas el hondo palpitar de sus entrañas. ¡Tú eres el mar!... ¡el mar!... no eres el río; el horizonte con tus brazos llenas, y en vez de murmurar bramas y truenas maravillando el pensamiento mío, pero en tu seno con placer confío recuerdos, dichas, esperanzas, penas, sin que un instante me acobarde el miedo de que en tus ondas sumergirme puedo. ¿Miedo de ti? ¿Por qué? ¿No es de la tierra de dónde vengo yo? ¡Por qué temerte! ¿Amenazas tú más que con la muerte ni tienes sino el agua que dé guerra? ¿En dónde tu maldad ¡oh mar! se encierra para que así nos acobarde el verte? ¿Qué me puedes hacer? ¿Tragar mi barca?... La Francia se ha tragado a su monarca. ¿A dónde vais, pobres gaviotas, huyendo así del horizonte oscuro? ¿No teméis el morir al pie del muro en sangre tintas vuestras alas rotas? Hubo una edad entre las más remotas, en que la tierra fue asilo seguro; pero lanzados ya de aquel asilo, el torrente del mar es más tranquilo. ¡Ah! yo no sé; pero al mirar de lejos la vasta soledad del agua hermosa, me siento de vosotras envidiosa que podéis habitar en sus espejos; los marinos nos dan tristes consejos, porque huyamos del agua borrascosa; pero al lanzarnos de tan bella casa, no saben ahora lo que en tierra pasa. ¡Cuánto más blando el mar que nos rodea, aunque el torrente abata vuestros vuelos, será que las pasiones, los desvelos de esa región que a nuestra vista humea! ¡No os vais del mar! El alma se recrea soñándose suspensa entre dos cielos, y si no tengo yo en las verdes salas, menos debéis temer que tenéis alas. ¿Qué he de temer? ¿Que el mar en sus extremos de sal inunde mi entreabierta boca? ¡La sed que en medio el agua nos sofoca en la salada lluvia saciaremos! Más salado es el llanto y lo bebemos en tierra seca, y no en corriente poca, siempre con ansia igual, con igual daño un día y otro, uno y otro año. ¡Oh mil veces feliz ave y marino, que cruzan sin temor esas montañas, y más dichosa tú la que te bañas, Cádiz, en ese golfo cristalino! Allá te veo entre el flotante lino salir, hermosa, honor de las Españas, cual salen las palomas por el río cuando a bañarse van en el estío. Hija de las entrañas de Océano, como sus conchas y sus peces eres, y las que guardas célicas mujeres son perlas escogidas por tu mano, a bordo de tu buque soberano Siempre embarcados, tus felices seres, Gozan en paz de la ilusión divina De este viaje que jamás termina. Cuando del muro los estrechos lazos salta y el onda tu cabeza baña, dicen que quiere con terrible saña tragarte el mar en míseros pedazos, pero es que te acaricia entre sus brazos como a sus tiernos hijos la alimaña, y cuando más parece que te abruma te da la leche de su blanca espuma. ¡Ciudad de torres solitaria y bella! todo es hermoso en tu recinto amigo; el pobre halla limosna y halla abrigo, y aun da a otros pobres el sobrante de ella. Cuando me lleve mi contraria estrella lejos de ti; me soñaré contigo... si es que duerme bastante para el sueño quien nada espera dulce ni risueño. ¡Ah, sí! me queda la ilusión divina de este mar tan inmenso y tan profundo, donde ha de hallar, al fin, descanso el mundo cuando lo quiera Dios. Alma vecina del mar, mejor comprende y adivina lo que es Dios, lo que el pueblo moribundo, que encerrado se agita y despedaza ser contra ser y raza contra raza. Ya le voy a dejar, nada en la vida sino el dolor profundo es duradero, y por lo misino que mirarlo quiero, tengo que darle ya mi despedida; todo placer va siempre de partida muy pronto por la vida, muy ligero, y basta que la mar mi encanto sea para que nunca más su encanto vea. ¡Adiós, amigos!... ¡tierra hospitalaria!... Las lagrimas más dulces que he vertido ¡oh Cádiz, Cádiz! en tu seno han sido; y si en medio del agua solitaria ves en el barco un rostro, que afligido te mira, yo seré que entre la varia gente y la nube del vapor que humea «¡Adiós, adiós, diré mientras te vea!» Cádiz, |
La mariposa y el canario
La mariposa y el canario |
En una jaula dorada,
bien comido y bien cuidado, cierto Canario encerrado vida hacía descansada. < < si no, callo todo el día. De cañamones y alpiste me llenan el comedero, y me preguntan, qué quiero, cuando piensan que estoy triste. Si hace sol, en la ventana cuelgan mi hermoso aposento, y entonces la voz al viento suelto, como tengo gana. En la sala, si hace frío, de las visitas disfruto, y en amoroso tributo les ofrezco un dulce pío. <<¿Quién jamás tener logró una suerte más dichosa?>> le dijo a una Mariposa, que a la jaula se acercó, y que alegre revolando, iba de sí alarde haciendo, por unos hierros saliendo, y por otros entrando. Ella la risa soltó al oír tal bobería, y con gran soflamería de este modo respondió: < que aunque más goces aquí nos gozas de libertad?>>. Miserables Cortesanos; esclavos de la opinión; encargos y honores vanos sin la libertad ¿qué son? |
lunes, 25 de noviembre de 2013
Mi poesía es rezagada
Mi poesía es rezagada
porque se ha quedado en mí como un remanso de agua. Como una corriente clara que transparenta hasta el fondo del cauce que la remansa. Se me ha quedado en el alma posando la turbulencia sonora de mis palabras. Como una voz que se apaga y va abriéndole al silencio su música más callada. |
domingo, 24 de noviembre de 2013
DEPREDADORAS DE ALEGRÍA
Depredadoras de alegrías
nocturnas, cuerpo que me amaba con el odio tímido y violado de sus rincones aburridos. Hoy que ya haya pasado, ¿me recuerdan, alguna vez, sin recordarme? Corales en coro, subcutáneas navegaciones, luz anclada, escafandra de asfixia, flechas lácteas, inmóviles, acuáticas, desove estéril que en la sangre desenrolla su espiral transida. ¿Me recuerdan, hoy que ya ha pasado el odiado amor, la carne triste? Las entretelas del herido de punta de ausencia, me cominan. Y el violado cuerpo que me amaba, a solas calienta y se consume. |
sábado, 23 de noviembre de 2013
Un poema
UN POEMA |
Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas, cuyos ojos en claros naufragios hundieron algunos principios elementales de mi alma, tú eres mi patria. Tú, que no tienes apellido, que no sé si eres pájaro o si alcándara, que de todos tus brazos las letras de plomo cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas, tú eres mis padres y mi patria. Tú, que ni tú te acuerdas dónde tendiste a orear las nubes blancas, que de tantos amores que tienes confundes el nombre de todos los días de cada semana, tú eres mi Dios y mis padres y mi patria. Tú, que tan dulcemente besas que el cielo bocabajo se volcaba, y que no se sabía de quién ya la lengua, de quién la saliva, de puro sabrosa y templada, tú eres mis leyes y mi Dios y mis padres y mi patria. Tú, que apacientas calaveras por las praderas de la verde África y a los rojos leones les echas de pasto las rosas de leche de luna de Nuruquimagua, tú eres mi ejército y mis leyes y mi Dios y mis padres y mi patria. Eres mi ejército y mis leyes y mi Dios y mis padres y mi patria, y el ejército y Dios y las leyes y todas las patrias y padres se creen que tú no eres nada: que no eres nada. |
viernes, 22 de noviembre de 2013
El toro
EL TORO |
Es la noble cabeza negra pena,
que en dos furias se encuentra rematada, donde suena un rumor de sangre airada y hay un oscuro llanto que no suena. En su piel poderosa se serena su tormentosa fuerza enamorada que en los amantes huesos va encerrada para tronar volando por la arena. Encerrada en la sorda calavera, la tempestad se agita enfebrecida, hecha pasión que al músculo no altera: es un ala tenaz y enardecida, es un ansia cercada, prisionera, por las astas buscando la salida. |
jueves, 21 de noviembre de 2013
DEJAD QUE A VOCES DIGA EL BIEN QUE PIERDO
Dejad que a voces diga el bien que pierdo,
si con mi llanto a lástima os provoco;
y permitidme hacer cosas de loco:
que parezco muy mal amante y cuerdo.
La red que rompo y la prisión que muerdo
y el tirano rigor que adoro y toco,
para mostrar mi pena son muy poco,
si por mi mal de lo que fui me acuerdo.
Óiganme todos: consentid siquiera
que, harto de esperar y de quejarme,
pues sin premio viví, sin juicio muera.
De gritar solamente quiero hartarme.
Sepa de mí, a lo menos, esta fiera
que he podido morir, y no mudarme.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Aunque es verdad
Aunque es verdad que he escrito algunos miles
de versos, si no buenos, tales cuales, líricos, amorosos, pastoriles, satíricos, dramáticos, morales, ¿qué han pecado mis coplas juveniles, para que con trompetas y atabales, con pregonero y sendos alguaciles salgan por esas calles y portales? No, Fabio; las sepulta una gaveta, donde el sol no las ve, ni yo tampoco; ni han de estamparme en pública tarjeta, pues temo al vulgo como niño al coco. Déjame con mi vena de poeta, y no quieras que tenga la de loco. |
martes, 19 de noviembre de 2013
CROQUIS EN LA ARENA
CROQUIS EN LA ARENA |
La mañana se pasea en la playa empolvada de sol.
Brazos. Piernas amputadas. Cuerpos que se reintegran. Cabezas flotantes de caucho. Al tornearles los cuerpos de las bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa. ¡Todo es oro y azul! La sombra de los toldos. Los ojos de las chicas que se inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de goma, que me hace rebotar sobre la arena. Por ochenta centavos, los fotógrafos venden los cuerpos de las mujeres que se bañan. Hay quioscos que explotan la dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con extracto de mar. Rocas de pechos algosos de marinero y corazones pintados de escgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo blanco de papel. ¡Y ante todo está el mar! |
lunes, 18 de noviembre de 2013
COMO EL TORO...
Como el toro que huido va al desierto,
por su igual derrotado, que le fuerza, y no vuelve sin antes cobrar fuerza por destruir al que antes le ofendió, así de vos conviene que me aleje, pues vuestro gesto confundió a mi arrojo; no volveré hasta que haya domeñado el gran temor que priva mi deleite. |
domingo, 17 de noviembre de 2013
LAS MANOS CIEGAS
LAS MANOS CIEGAS |
Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas, como un ciego que extiende, al caminar, las manos en la sombra, todo yo, Cristo mío, todo mi corazón, sin mengua, entero, virginal y encendido, se reclina en la futura vida, como el árbol en la savia se apoya, que le nutre, y le enflora y verdea. Todo mi corazón, ascua de hombre, inútil sin Tu amor, sin Ti vacío, en la noche Te busca, le siento que Te busca, como un ciego, que extiende al caminar las manos llenas de anchura y de alegría. |
sábado, 16 de noviembre de 2013
A UNA ROMÁNTICA
A UNA ROMÁNTICA |
Mujer: hazles la cruz de Caravaca
(O tu juicio va a andar de ceca en meca) A tanto libro de palabra hueca, Merecedores de cruel matraca. Borda, en vez de gemir, una petaca, O cósele un vestido a una muñeca, O si te cansan almohadilla y rueca, Diviértete en cuidar tiestos de albaca. Tu traje en forma de villana alcuza, Sólo puede agradar a algún mostrenco, Que te juzga salmón y eres merluza. No leas: cuando comas, llena el cuenco, Y haz por trocar tu cara de gazuza En colorado rostro de flamenco. |
viernes, 15 de noviembre de 2013
Una inspiración alemana
III
Mi alma y mi cuerpo están alegres. No recuerdo lo pasado, ni pienso en lo por venir. ¡Ay, no! yo no quiero ni recordar ni esperar. El ayer y el mañana, ¿qué me importan! ¡Quiero vivir hoy, y hoy vivo más todavía; hoy amo, y soy verdaderamente amado!
jueves, 14 de noviembre de 2013
NO FUE PARA MÍ...
No fue para mí...
Ya lo suponía. Pero sé engañarme tan bien con mentiras y jugar al juego de la falsa dicha, que a veces me olvido -ya ves si soy niña- que estaba jugando a que me querías. |
Etiquetas:
Ernestina de Champourcin
Suscribirse a:
Entradas (Atom)