Como el toro que huido va al desierto,
por su igual derrotado, que le fuerza, y no vuelve sin antes cobrar fuerza por destruir al que antes le ofendió, así de vos conviene que me aleje, pues vuestro gesto confundió a mi arrojo; no volveré hasta que haya domeñado el gran temor que priva mi deleite. |
lunes, 18 de noviembre de 2013
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