LAS PARADOJAS |
Hay cansancio en la voluntad de vivir
en la tenacidad del animal en celo y en la quietud aparente del vegetal que se expande a través de estos muros. Hay cansancio también en la quietud de las piedras muertas y en el espíritu díscolo de aquéllas capaces de rodar. El cansancio descansa en el centro mismo del reposo pero se lo percibe sólo como efecto de la acción. En la medida en que la vida lo es todo resulta cansancio. Reconforta saberlo en el corazón de la extenuación. La alegría de sentir que la lentitud ha vencido a la fatiga toda vez que nos repetimos bajo la mecánica de una acción indiscernible (impulso del impulso) no deja de ser una alegría también indiscernible. Qué es el cansancio de la materia, del cuerpo, el cansancio muscular, el agotamiento de las fuerzas, de los impulsos sostenidos en la acción encadenada a la acción, de los impulsos sostenidos en la quietud asimilada a la quietud. La muerte a su vez cansa entendida como posibilidad, negada como posibilidad. El cansancio de la muerte es cansancio de lo inexorable. Esto, después de todo, también cansa. |
miércoles, 4 de diciembre de 2013
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