MIS DOS HIJAS |
Vedlas, vedlas, cuán alegres,
¡oh Ventura! y cuán hermosas. En el fresco claroscuro de la tarde encantadora que lentamente se extiende por valles, montes y lomas, la mayor parece un cisne, la chiquilla una paloma. A la entrada del jardín se han sentado las dos solas, y para verlas se inclina, temblando amante en la sombra, fresco ramo de claveles que en blanca jarra marmórea sobre delicados tallos da a la brisa níveas hojas; como si vida tuviera, mira las cabezas blondas, y sobre el vaso parece bandada de mariposas que ante las cándidas niñas se detuvieran absortas. |
martes, 28 de octubre de 2014
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